Jean Marie Le Pen era el representante de la extrema derecha francesa. Intentó varias veces ser el presidente de su país y en el año 2002 casi lo consigue. Ganó la primera vuelta, pero el miedo en Francia al triunfo de un profascista hizo que todo el arco político se uniera contra él. Tenía 96 años y fue el estandarte de la extrema derecha con un marcado legado que recogió del fascismo.
Lideró la formación ultra durante casi cuatro décadas, y estuvo cerca de ser presidente de ese país.
De posiciones radicalizadas extremas, en el año 2008 el Tribunal Correccional de París lo condenó por un delito de complicidad con la apología de crímenes de guerra y negacionismo. En una entrevista dijo que la ocupación nazi de Francia en la Segunda Guerra Mundial “no fue particularmente humana”.
Fue uno de los precursores en Europa de tomar medidas extremas contra la inmigración ilegal y de revisar profundamente la pertenencia de Francia a la Unión Europea.
En enero de 2011, cedió la presidencia del Frente Nacional a su hija Marine Le Pen, quien tiene posibilidades de suceder a Emmanuel Macron en las próximas elecciones presidenciales. Radicalizado hasta para los ultras de la derecha, en mayo de 2015 fue suspendido del partido Nacional por su postura negacionista del Holocausto.
Le Pen, la vanguardia de la extrema derecha en Europa
Jean-Marie Le Pen fue el fundador del Frente Nacional, una agrupación política de extrema derecha con posiciones muy cuestionadas como el abolicionismo sobre los crímenes del nazismo y el Holocausto.
Siempre tuvo posiciones extremas y tajantes en contra de la opinión mayoritaria de consenso en los grandes temas que tenía la socialdemocracia y los conservadores al momento de llevar adelante -con el Tratado de Roma- el desarrollo de la Unión Europea.
Incluso, se anticipó muchos años al Brexit de Boris johnson, cuando desde Francia planteó reparos durísimos a la alianza de los países europeos, contraria, según él, a la plena independencia de los países para tomar decisiones soberanas.
Su actual presidente, Jordan Bardella, confirmó el fallecimiento del líder histórico en un mensaje en X: “Comprometidos con el uniforme de los soldados franceses en Indochina y Argelia, tribuno del pueblo en la Asamblea Nacional y en el Parlamento Europeo, siempre servimos en Francia y defendimos nuestra identidad y nuestra soberanía”, escribió en homenaje a Le Pen.
Bardella es el presidente del partido que tiene en Marine Le Pen a su principal figura. Es la hija del político que falleció a los 96 años. Tiene una clara oportunidad de llegar al poder en las próximas elecciones del 2027.
Jean Marie Le Pen fue en cierta manera, un adelantado. Sus posturas radicalizadas no encontraron lugar ante una Europa comunitaria que vivió 40 años de expansión constante como un gran bloque de poder e importancia económica.
Pero ya siendo un hombre avanzado en años, los problemas de las sociedades desarrolladas en este siglo XXI se transformaron en una segunda oportunidad para su mensaje radicalizado, sin grises.
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La falta de empleo, los inmigrantes ilegales, la inseguridad y la crisis económica le dieron pie para sus explicaciones simples y tajantes. Los inmigrantes ilegales, musulmanes en su mayoría, quitan el trabajo de los “legítimos franceses” además de cambiar o no respetar las tradiciones de siglos de Francia.
Esa retórica lo llevó a crecer electoralmente y en el año 2002 estuvo a punto de dar una sorpresa en Europa y el mundo entero. Ganó la primera vuelta electoral para ser el presidente galo: consiguió un 18,86% de los votos. Pero para la segunda vuelta, toda la sociedad francesa se unió para impedir su triunfo definitivo. Jacques Chirac recibió el voto de todo el resto de los partidos políticos franceses y lo derrotó con el 82% de los votos.
Le Pen siguió pregonando su radicalismo de derecha. En el próximo llamado electoral (2007), su figura – más que sus ideas – estaba desgastada y cosechó un magro cuarto lugar que lo alejo de toda chance. Al año siguiente, dejó la presidencia de su partido y su hija, Jean Marine, tomó la posta. Pero hubo un quiebre en la ultraderecha francesa.
En 1987, el patriarca Le Pen dijo, por ejemplo, que las cámaras de gas utilizadas por los nazis eran “un detalle de la historia de la Segunda Guerra Mundial”.
En el año 2008 fue llevado a juicio por su postura abolicionista sobre el Holocausto y la actividad criminal de los nazis. Especialmente, durante la ocupación de Francia. Dijo que no había sido un episodio “singularmente violento”. La Justicia lo condenó en 2008 por el delito de complicidad con la apología crímenes de guerra y negacionismo de crímenes de lesa humanidad.
El partido Nacional tomó la decisión de apartarlo del cargo de presidente honorario que le había dado. Jean Marie Le Pen dejó la política activa. Pero sus ideas viven en su continuadora: su hija Marine Le Pen. Su padre reflotó ideas que se creían dejadas de lado con el final de la II Guerra Mundial: racismo, autoritarismo y colaboracionista durante la ocupación nazi y negacionista más tarde.
Marine triunfó en las elecciones al Parlamento europeo y en las de octubre en la Asamblea Nacional de Francia (el Parlamento). Desde entonces, la extrema derecha gala controla y tironea al resquebrajado gobierno de Emmanuel Macron.
El presidente francés quedó atrapado en un extraño movimiento de pinzas entre Le Pen y Jean-Luc Mélenchon. La extrema derecha y la extrema izquierda lo tienen «acorralado». Ya le han hecho cambiar dos veces en menos de un año de primer ministro y mantendrán el asedio hasta las elecciones presidenciales de 2027.
Allí, los extremos amenazan con devorarse al centro como está ocurriendo en muchos países europeos. Si eso pasa, quien puso la primera piedra en Francia, el extremista Jean Marie Le Pen, ya no estará para verlo.
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(Fuente: A24)