Tal como se había pronosticado el huracán Milton tocó tierra en la noche del miércoles 9 de octubre en el oeste del estado de Florida, con fuertes oleajes, lluvias intensas y ráfagas que alcanzaron los 193 kilómetros por hora. Ingresó a la altura de Siesta Key, en la zona del Golfo de México, con ráfagas de casi 200 kilómetros.
Las feroces ráfagas causaron innumerables daños materiales en las calles desiertas de Siesta Key y de otras localidades costeras como Naples, Fort Mayers, Saint Petersburg y Clearwater, aunque también afectó notoriamente a la ciudad de Tampa, pese a que no está ubicada sobre el mar.
En tanto, y según los primeros reportes, alrededor de 1,6 millones de residentes de esa zona de Florida ya se habían quedado sin luz antes de la medianoche.
De todas maneras, y en los días previos miles de pobladores abandonaron sus casas para buscar refugio en otras zonas más seguras del estado.
Antes de que Milton tocara tierra se registraron varios tornados, dejando tras de sí una estela de destrucción en los condados de Broward, Collier, Hendry y Palm Beach. Por otra parte, las pérdidas aseguradas podrían alcanzar las decenas de miles de millones de dólares como mínimo, con un potencial de más de 75.000 millones de dólares.
La llega de Milton se produjo solo dos semanas después de Helene, otro huracán cuyo poder destructivo había ocasionado las muertes de 226 personas en Florida.
Según algunos expertos, ambos huracanes tienen el sello del cambio climático, inducido por la quema de combustibles fósiles, la deforestación y otras actividades humanas hace que este tipo de eventos extremos sean cada vez más habituales y demoledores.