“Vivimos tiempos de guerra y violencia que minan la confianza en las capacidades del ser humano, pero la mirada a sus actividades nos consuela y nos da esperanza porque su trabajo embellece el mundo, y esto significa construir la paz”. Así se dirigió el Papa Francisco a los cerca de 300 representantes de la Confederación Nacional del Artesanado y de la Pequeña y Mediana Empresa, a los que recibió este viernes en audiencia en la Sala Clementina.
Animó a representantes de las pymes italianas a ponerse al servicio del bien común. “En tiempos de guerra y violencia, corremos el riesgo de perder la fe en las capacidades del ser humano”, advirtió en su alocución.
La encíclica Fratelli tutti definió a los artífices de la paz como “artesanos capaces de iniciar procesos de recuperación y encuentro con ingenio y audacia”. El mismo ingenio y audacia que utilizan para realizar las numerosas obras destinadas a enriquecer el mundo.
“Todos los hombres y mujeres -prosiguió Francisco- están llamados por Dios a trabajar de manera artesanal, como Él, para construir la paz, aunque algunos prefieran comprometerse en alimentar la guerra”.
“Es para contribuir a su proyecto de paz que el Señor distribuye sus talentos en abundancia”, añadió el Papa Francisco, refiriéndose a la parábola, “para que sean puestos al servicio de la vida y no sepultados en la esterilidad de la muerte y de la destrucción, como hacen las guerras, fomentadas por el enemigo de Dios”.
Colaboradores en la obra creadora de Dios
“La artesanía me es muy querida -subrayó a continuación-, porque expresa bien el valor del trabajo humano”. Cuando creamos con las manos, al mismo tiempo activamos la cabeza y los pies: hacer es siempre fruto de un pensamiento y de un movimiento hacia los demás. La creatividad, que hace que el artesano vea “en la materia inerte una forma particular que los demás no pueden reconocer”, convierte a quienes trabajan con sus manos en “colaboradores de la obra creadora de Dios». Un talento que, según el pontífice, es necesario «para devolver el sentido a la actividad humana y ponerla al servicio de proyectos que promuevan el bien común”.
Multiplicar los talentos con confianza y creatividad
El relato evangélico de los talentos, que exalta “el compromiso de hacer fructificar los dones recibidos”, es para el Papa Francisco “un canto a la confianza en Dios, y una invitación a una sana y positiva complicidad con Él, que nos hace partícipes de sus bienes y cuenta con nosotros, cuenta con nuestra responsabilidad”.
“Para crecer, debemos abandonar el miedo, que paraliza y destruye la creatividad, y tener confianza: si en las dificultades podemos pensar en el Señor como un árbitro o un controlador implacable, el Evangelio nos llama a tener una mirada de fe y a no pensar que lo que conseguimos brota sólo de nuestras capacidades o de nuestros méritos, mientras que es fruto también de la historia de cada uno de nosotros”.
Por eso, señaló el Papa, “si se apasionan por su trabajo, y si a veces se quejan con razón, porque no se les reconoce adecuadamente, es porque son conscientes del valor de lo que Dios ha puesto en sus manos, no sólo para ustedes sino para todos”. Detrás de las riquezas, en efecto, además de la habilidad, hay también una Providencia “que nos lleva de la mano y nos conduce”.
El trabajo artesanal puede expresar bien todo esto, si va acompañado día a día del conocimiento de que Dios nunca nos abandona, de que somos obras maestras de sus manos, y por eso somos capaces de producir obras originales, señaló finalmente el pontífice.