El Santo Padre Francisco insistió en que es el amor, no principalmente “el dinero, las técnicas o incluso la capacidad de ingeniería”, lo que está en la base de las grandes obras que las personas realizan. Durante la misa en el Estadio Nacional, Francisco les recordó a los fieles que el amor está en la base de todo lo que somos y hacemos, utilizando, entre otras, esa cita de san Juan Pablo II.
La belleza de Singapur, la “grande y audaz arquitectura que hace que la ciudad sea tan famosa y fascinante”, fue el punto de partida de la homilía del Papa Francisco en la misa del jueves, mientras reflexionaba sobre las palabras de San Pablo: “El conocimiento se enorgullece, pero el amor edifica”.
Reconociendo que algunos podrían considerar ingenua tal afirmación, afirmó que un poco de reflexión puede mostrar que las grandes obras, aunque inspiradas en la creatividad y el genio, se basan en realidad en innumerables “hombres y mujeres frágiles motivados por el amor, sin el cual no hay impulso, no hay razón para actuar, no hay fuerza para construir”.
Esta convicción, continuó, “está confirmada e iluminada por la fe, que enseña que Dios, nuestro Padre común, está en la raíz de nuestra capacidad de amar y ser amados. Dios nos creó a cada uno de nosotros libremente y por amor; y es el amor de Dios el que nos redime y nos libera «del pecado y de la muerte mediante la muerte y resurrección de su Hijo único”.
Así, afirmó el Papa, citando a su predecesor, san Juan Pablo II, “en nuestro amor vemos un reflejo del amor de Dios, un amor que se caracteriza por un profundo respeto hacia todas las personas, independientemente de su raza, creencia o cualquier cosa que las haga diferentes de nosotros”.
Compartiendo el amor de Dios con los demás
“Estas palabras son importantes para nosotros, porque, más allá del asombro que sentimos ante las obras humanas, nos recuerdan que hay un asombro aún más grande que debemos acoger con mayor admiración y respeto: los hermanos y hermanas que encontramos cada día”, dijo el Papa Francisco.
El Santo Padre continuó diciendo que “el amor de Dios nos invita a compartir con los demás, a responder generosamente a las necesidades de los pobres, a animar a quien sufre y a estar siempre dispuestos a perdonar y a esperar. El amor es el centro mismo del Evangelio”.
(Fuente: AICA)