Según datos del INDEC, los ingresos crecieron 185,6% interanual. El coeficiente de Gini bajó de 0,435 a 0,430. Persisten fuertes diferencias entre géneros, estratos sociales y tipo de empleo.
El ingreso promedio en la Argentina se ubicó en $701.865 durante el cuarto trimestre de 2024, según los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), en el marco de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH).
En este sentido, la cifra refleja un crecimiento interanual del 185,6% en el total de ingresos percibidos por la población urbana relevada en los 31 principales aglomerados del país.
Pese a las profundas disparidades que persisten en el acceso a los ingresos, el estudio señala una leve disminución de la desigualdad en la comparación con el mismo período de 2023: el coeficiente de Gini, indicador clave que mide la concentración del ingreso, bajó de 0,435 a 0,430.
Ingresos personales y por hogar
El ingreso promedio per cápita del total de la población fue de $442.596, mientras que la mediana —el valor que divide en dos partes iguales a la población ordenada por nivel de ingreso— se ubicó en $320.000. Esto implica que la mitad de las personas gana menos de ese monto.
Un 62,6% de la población —equivalente a 18.652.800 personas— percibió ingresos durante el período. Entre este grupo, el ingreso promedio fue de $701.865.
Al segmentar por deciles, el informe revela una profunda brecha entre los sectores más ricos y los más pobres. El ingreso promedio del estrato bajo (deciles 1 a 4) fue de $243.074; el del estrato medio (deciles 5 a 8), de $663.190; y el del estrato alto (deciles 9 y 10), de $1.696.916.
Desigualdad de género y tipo de empleo
Las brechas de ingresos por género se mantuvieron significativas. Los varones registraron un ingreso promedio de $821.496, mientras que las mujeres percibieron $586.445, lo que implica una diferencia del 28,6%.
En cuanto a la población ocupada, el ingreso promedio fue de $707.671, con una mediana de $580.000. Esta última cifra coincide con el límite superior del decil 5, lo que indica que el 50% de las personas ocupadas gana por debajo de ese valor.
Los ingresos también varían fuertemente según el tipo de vínculo laboral. Entre las personas asalariadas (9.678.584 en total), el ingreso promedio fue de $744.798. Aquellos con descuento jubilatorio (es decir, trabajadores formales) ganaron en promedio $925.994, mientras que quienes no realizan aportes (trabajadores informales) percibieron $415.730. Pese a estas cifras, ambos grupos mostraron incrementos interanuales considerables: 182,6% para los formales y 193,3% para los informales.
Estructura de los ingresos y dependencia económica
El estudio también analizó la composición de los ingresos en los hogares. Los ingresos laborales representaron el 77,8% del total, mientras que los no laborales —como jubilaciones, pensiones, asignaciones y otros— alcanzaron el 22,2%. No obstante, el peso de los ingresos no laborales fue mucho mayor en los sectores más pobres: en el primer decil representaron el 63,9% del ingreso total, contra apenas el 12,3% en el décimo decil.
En términos de dependencia económica, se registraron 118 personas no ocupadas por cada 100 personas ocupadas, y 61 personas sin ingresos por cada 100 que sí perciben algún ingreso.
Menor desigualdad, pero con grandes desafíos
La reducción en el coeficiente de Gini, que pasó de 0,435 en el cuarto trimestre de 2023 a 0,430 en igual período de 2024, sugiere una leve mejora en la distribución del ingreso. Sin embargo, la persistencia de brechas por género, informalidad laboral y estrato social muestran que la desigualdad estructural sigue siendo un problema vigente.
En un contexto de alta inflación, recesión económica y reformas fiscales impulsadas por el Gobierno, los datos del INDEC muestran una fotografía mixta: mientras los ingresos nominales suben, gran parte de la población aún se mantiene lejos de cubrir sus necesidades básicas. La leve mejora en la distribución podría atribuirse más a una caída de ingresos en los sectores altos que a un crecimiento real en los más bajos.
La evolución de estos indicadores en los próximos trimestres será clave para evaluar el impacto social de las políticas económicas en curso.