Augusto Labella, Educador Sexual y Consultor Sexológico en su columna semanal dentro del programa “El País de la Libertad”, se refirió al Placer y Displacer
Cuando las pieles se rozan muchas veces se produce una sensación agradable, que denominamos placer. Si el mismo lugar en la piel se aprieta o pellizca se tiene sensación de dolor.
El origen del placer y del dolor se encuentran en el cerebro: cuando las áreas neuronales entran en actividad, producen sensación, estados placenteros o displacenteros. En algunas zonas del cuerpo donde se juntan numerosas terminaciones nerviosas, por ejemplo en los orificios (orejas, labios, genitales, ano), esas sensaciones se acrecientan y se buscan. Esa búsqueda se produce desde niños espontáneamente. Sin embargo, el placer que muchas veces nos parece una sensación “natural” está intervenido significativamente por lo cultural, varía según contexto y momento histórico.
Incluso nuestras zonas erógenas, aquellas donde identificamos como zonas que nos dan un acceso más inmediato al placer, no son botones automáticos. En contextos displacenteros o incomodidad no producen placer per se.
Hay tantos tipos de placer como personas quieran clasificarlos. El placer (o los placeres) es una construcción subjetiva (individual, corporizada), y también social (cultural, contextual). Pero les dejo aquí al menos un primer esbozo que nos lleva a ordenarnos un poquito más.
Placer físico: es aquel que resulta de la satisfacción de las necesidades del organismo y que se puede experimentar a través de los sentidos. Comer un buen plato de comida, ir de cuerpo o la satisfacción de tener relaciones sexuales con otra(s) persona(s).
Placer psíquico: es aquel que se experimenta a nivel mental y que está asociado con sentimientos que producen la felicidad y el bienestar, como el humor, la alegría, el recreo, la memoria, el sentimiento de equilibrio y serenidad. Por ejemplo, disfrutar de un día en la playa, recordar los lindos momentos o divertirse con unos amigos.
Placer emocional: es aquel proveniente de los sentimientos de amor y afecto que se tienen por la familia, los amigos o la pareja, así como por sentirse socialmente aceptado y apreciado por otras personas.
Fijate en las respuestas que recibimos al Instagram @elpaisdelalibertad955. Hacé el ejercicio de ubicar cada comentario con uno de estos tres tipos de placeres que acabamos de describir:
- Integrarse con la naturaleza, pies descalzos y besos en la noche de luna llena
- Juegos y propuestas nuevas
- Crema de chantilly y dulce de leche… luz tenue… y… A SABOREAR!
- Ver que disfrutan conmigo
- Los toqueteos a escondidas en lugares prohibidos
- Fumar, tomar y jugar con un otro lentamente, mientras sentimos nuestros cuerpos
- Las frases eróticas durante el sexo
- El sexo oral
- Velas… vendas… y masajes en los pies, piernas y espalda…
- Un poco de juego entre besos y amagues antes del acto sexual
¿Qué te parecen? ¿Podes identificar claramente a qué orden de placer pertenecen? Como tip te puedo contar que aquellas prácticas más placenteras son las que combinan elementos psíquicos, afectivos y sensoriales, dándose tiempo adecuado para transitar por cada fase del momento que estemos viviendo.
El displacer es más sencillo de entenderlo e identificarlo ahora, que lo entendemos como aquello contrario al placer. No nos referimos a cualquier situación en la que no haya placer. Quizá ir de compras no me genere placer y lo tenga que hacer de todos modos, pero no por ello genera displacer. Tampoco dolor
Complacer (¡atención!)
En un momento del programa de hoy reflexionamos acerca de los modelos y paradigmas en sexualidad, acerca de cómo se veía la sexualidad y como se practicaba en otros tiempos y cómo ahora. Recordá, la sexualidad se ve atravesada por la ideología y posicionamientos morales. Parte de ello, es el esquema familia–religión–comunidad que fue (y sigue siendo) el pilar donde anclamos muchas veces nuestros esquemas de pensamiento, opinión y valores.
En una sociedad que sigue cambiando pero que todavía no despegan de machismos y prácticas patriarcales el “complacer” tiene un significado y una valoración para prestar atención. Lejos de ser una práctica amatoria (en la que uno se arroja al otro –en términos afectivos-) y cede para lograr una armonía y un convivir sano, el complacer tiene un dejo de pérdida de autoestima y de sumisión frente a los deseos (conscientes o no) de la(s) otra(s) persona(s). No solo hablamos de parejas. Complacer implica un dolor constante narcisístico, que a veces, como dijimos en el programa, puede ser practicado como juego de roles, pero siempre dentro del juego, dentro de lo que dure el juego, con reglas claras y con absoluto consentimiento de todas las partes.
Para concluir quisiera que me acompañen en esta reflexión: Si bien buscamos sentir placer, satisfacción y gozo en todos los niveles de nuestra existencia, la relación con nuestro entorno hoy en día nos hace dificultosa esa búsqueda de alcanzar un estado de serenidad. Al placer lo intuimos y experimentamos, y luego lo podemos cuantificar, poner nombre, demostrar. El placer sano está relacionado en cómo se vive y no en el tiempo que dura. De ahí que nuestra vida cotidiana tan acelerada y de tanto apego por lo inmediato y lo urgente, y de tan estrecha relación con lo material (que no deja de ser efímera), generan más angustias, ansiedades y depresiones, que esa serenidad, confort, y disposición al goce más pleno.
Cómo siempre les recuerdo, ante momentos de adversidad, de incertidumbres y malestares, busquemos estar sanos para llevar aquello negativo de la mejor manera posible. Sano mi cuerpo, sano mis afectos. Sana mi sexualidad. Si te ves complaciendo y no disfrutando, hablá y charlalo con alguien de confianza. Y no dudes en consultar con profesionales de la salud mental o la sexología.
Nos encontramos de nuevo los jueves a la mañana en “El País de la Libertad”. Siempre por una sexualidad libre, responsable, saludable y placentera.
Augusto Labella…
IG@augustolabellaok/ FB: Augusto Labella