En diálogo con el programa «El País de la Libertad», emitido por Radio Up 95.5, Pablo Colángelo, Vicario de la Iglesia Ortodoxa del Manto Protector de la Virgen, ubicada en la localidad de Tres Capones, en Misiones, explicó las particularidades de la celebración de la Navidad según la tradición ortodoxa rusa. Este rito, que sigue el calendario juliano, marca una de las principales diferencias en las fechas con otras ramas del cristianismo.
«Para nosotros, el 25 de diciembre del calendario juliano corresponde al 7 de enero del calendario gregoriano,» explicó Colángelo, subrayando que esta discrepancia es puramente cronológica. Las iglesias ortodoxas, como la rusa, mantienen el calendario antiguo, lo que determina la fecha de las celebraciones.
La preparación para esta festividad también tiene características únicas. Según el vicario, «comenzamos con un periodo de ayuno y abstinencia 40 días antes del 7 de enero. El 6 de enero realizamos una vigilia nocturna y el 7 celebramos la Santa Liturgia», detalló.
La Iglesia Ortodoxa del Manto Protector de la Virgen es una de las pocas iglesias de este rito en la provincia. «En Misiones hay presencia de iglesias ortodoxas rusas en Tres Capones, Concepción de la Sierra y Oberá» indicó Colángelo. Sin embargo, la comunidad es pequeña, reflejo del tamaño del pueblo. Durante festividades como la Navidad o la Pascua, el templo puede recibir hasta 120 personas, aunque en otros momentos la concurrencia suele ser menor.
El templo de Tres Capones no solo es un lugar de culto, sino también un atractivo cultural y turístico. «Es un ícono de la ortodoxia aquí en Misiones, con cúpulas muy llamativas. Además, alberga una campana histórica donada por el zar Nicolás II,» destacó el presbítero.
En cuanto al crecimiento de la comunidad ortodoxa en la región, Colángelo señaló que la iglesia en Argentina tiene apenas 120 años de historia, lo que la convierte en una institución en desarrollo. «No hacemos proselitismo ni propaganda, lo que nos hace más pasivos en la expansión,» comentó. A esto se suma la crisis espiritual global que afecta el compromiso de las personas con la vida religiosa.