La Dra. Julieta Zelicovich, doctora en Relaciones Internacionales e investigadora del CONICET, ofreció un análisis sobre el estado de las negociaciones entre el Mercosur y la Unión Europea, subrayando que, a pesar de los esfuerzos, la posibilidad de una firma en el corto plazo sigue siendo incierta. En sus declaraciones, la especialista destacó las dificultades que persisten a más de dos décadas de negociaciones.
En diálogo con el programa “El País de la Libertad” de Radio Up 95.5, la investigadora y especialista del CONICET expresó “El acuerdo tiene un proceso de negociación de más de dos décadas, y ha estado siempre signado por las tensiones entre los sectores proteccionistas europeos, principalmente el agro francés, y los sectores ambientales que resisten la entrada de productos del Mercosur al mercado europeo”. De hecho, las conversaciones se han visto marcadas por una serie de obstáculos, entre los que se destaca la postura de Francia, que ha mantenido una “resistencia innegociable” a la firma del acuerdo, según afirmó Zelicovich.
A pesar de que en 2019 se alcanzó un consenso en el texto del acuerdo, la firma oficial sigue pendiente. Las conversaciones en torno a este tratado de libre comercio continúan siendo complicadas, y la cumbre del G20 en Brasil, que se celebrará los próximos 18 y 19 de noviembre, era vista como una posible oportunidad para cerrar el acuerdo. No obstante, la investigadora advirtió que “existen múltiples dudas, ya que del lado europeo la mesa no está cerrada”. En particular, Francia ha mantenido una postura firme en contra del pacto, lo que ha dificultado un avance en las negociaciones.
Zelicovich destacó que la resistencia de Francia no es aislada, sino parte de una estrategia más amplia dentro de la Unión Europea para proteger su modelo agrícola subsidiado, que se vería afectado por el aumento de las exportaciones del Mercosur hacia Europa. “Los europeos han ido estableciendo límites, por ejemplo, con cuotas para ciertos productos, como carne, arroz y quesos, para evitar que sus mercados se vean invadidos por la competencia del Mercosur”, explicó.
En cuanto a los detalles del acuerdo, Zelicovich destacó que el pacto no solo trata sobre el libre comercio y la reducción de aranceles, sino que también incorpora cuestiones regulatorias complejas como la certificación de normas de origen, la propiedad intelectual, y la armonización del comercio con el desarrollo sostenible.
“Un componente central de la política europea, tras el Pacto Verde, es la sostenibilidad, y los sectores que se oponen al acuerdo sostienen que las cláusulas ambientales del tratado no son suficientes”, señaló.
Otro tema clave en las negociaciones ha sido la cuestión de las compras gubernamentales. Los países del Mercosur, en particular Brasil, han insistido en que se deben preservar las compras gubernamentales para las empresas locales. “Cuando Lula asumió nuevamente la presidencia, expresó la necesidad de proteger las compras públicas para los brasileños. Esta cuestión se ajustó esta semana, pero no hay información pública sobre el resultado final”, indicó Zelicovich.
En relación con el impacto del acuerdo sobre el Mercosur, la investigadora explicó que, aunque todos los países del bloque coinciden en la importancia de avanzar con el acuerdo con la Unión Europea, el Mercosur atraviesa una fase de “baja intensidad”. “El comercio intrarregional ha disminuido, y la situación política interna es compleja. Por ejemplo, el gobierno de Bolsonaro en Brasil le dio la espalda al bloque, y ahora con la administración de Milei en Argentina, el Mercosur no tiene la misma prioridad”, detalló.
Sin embargo, Zelicovich consideró que, a pesar de las dificultades internas del bloque, el acuerdo con la Unión Europea sigue siendo clave desde el punto de vista simbólico y político. “Aunque el acuerdo no tiene efectos económicos sustantivos inmediatos, para el Mercosur es una señal de apertura hacia el comercio internacional. Es, en muchos sentidos, un leitmotiv para la agenda externa del bloque”, subrayó. En este sentido, la firma del acuerdo sería una muestra de que el Mercosur sigue en pie como un actor relevante en el comercio global.
Sobre el impacto económico, la experta fue clara: “Los acuerdos de libre comercio no tienen efectos inmediatos, sino que se distribuyen a lo largo de una canasta que puede durar hasta 10 o 15 años. Además, un estudio de la London School of Economics sobre este acuerdo proyecta un crecimiento del 0,3% para el Mercosur para 2032, lo cual es muy bajo”. A esto agregó que hay preocupaciones sobre los efectos negativos que el acuerdo podría tener en algunos sectores, como la industria en Argentina, que podría perder hasta 186.000 empleos.
En cuanto al nuevo gobierno argentino, Zelicovich destacó que la administración de Javier Milei ha priorizado las relaciones con Estados Unidos e Israel, relegando al Mercosur a un segundo plano. “Hoy la administración de Milei jerarquiza los lazos con Estados Unidos e Israel. El Mercosur ha quedado relegado, aunque la tentación de la foto con la Unión Europea es algo que no se van a perder”, indicó, haciendo referencia a la importancia simbólica que tendría la firma del acuerdo en el marco del G20, especialmente para el presidente argentino. En conclusión, Zelicovich aseguró que, a pesar de los avances en las negociaciones y las expectativas de una firma inminente, la incertidumbre sigue reinando sobre el acuerdo. “Es como una utopía, un acuerdo que se sigue persiguiendo, pero la firma aún no llega. La situación sigue siendo compleja, y los obstáculos políticos y económicos continúan”, concluyó