Son varios los sectores que comienzan a darle batalla al gobierno nacional y a reclamarle todo aquello que callaron, con cierto aire de complicidad, durante años. El despertador sonó y algunos sindicatos y gremios se sacaron las lagañas de los ojos luego de haber invernado durante 4 años, período en el que no han querido reclamarle practicamente nada al anterior gobierno integrado por Alberto Fernández y Cristina Kirchner. Como si ese binomio presidencial hubiese respetado todos los derechos laborales, como si los trabajadores hubiesen gozado de buena salud laboral durante ese mandato.
Evidentemente, la cúpula dirigencial sindical comienza a despabilarse y a simular mediante un acting discursivo, mediático: que ahora sí, finalmente defenderá los derechos de sus afiliados que en definitiva, son los que abonan la cuota sindical, permitiéndoles a esos dirigentes gremiales gozar de buena salud y de ciertas licencias (beneficios).
En fin, tras la derrota del Kirchnerismo/Peronismo en las elecciones presidenciales del año pasado, esto último provocó que algunos espacios recobraran la memoria y las ínfulas de ganar batallas que no libraron porque no quisieron hacerlo, por simpatizar y estar subordinados al gobierno saliente. ¿Alguien encuentra explicación ante la falta de los reclamos sindicales, entendiendo el deterioro salarial que significó para los trabajadores las medidas y los aumentos salariales que siempre perdieron con relación a la inflación?
No hay otra explicación que la connivencia, porque según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), el ex presidente Alberto Fernández, concluyó su gobierno en el que había prometido recomponer los salarios con una pérdida total del poder adquisitivo, en comparación con diciembre de 2019, de 3,8% para los privados registrados, 4,7% para los públicos y un lapidario 33,2% para atrás en los no registrados.
A pesar de esos datos negativos para la totalidad de los trabajadores de todo el país, los dirigentes que aseguran representar a sus afiliados, decidieron mirar para otro lado y ni siquiera llamaban a un paro nacional durante el mandato de Alberto Fernández.
Muy por el contrario, es lo que le tocará enfrentar al presidente Javier Milei, que a tan solo cuatro meses de haber asumido la presidencia, el 9 de mayo el libertario afrontará su segundo paro nacional convocado por la Confederación General del Trabajo (CGT), que luego de demostrar su hipocresía e insensibilidad , porque durante el mandato del peronismo 2019 al 2023, no parecían estar indignados por el crecimiento de la pobreza e indigencia del país, al menos así lo demuestran los hechos, porque el anterior gobierno culminó su mandato con un mil por ciento de inflación, a esto hay que sumarle lo que confirmaba en diciembre pasado el Observatorio de la deuda social argentina de la Universidad Católica Argentina UCA, asegurando que si en Argentina se quitaban los planes sociales la pobreza sería del 50%.
En efecto, el gobierno de la Libertad Avanza no solo deberá lidiar con las centrales obreras, también tendrá que resolver a paso firme, mediante medidas económicas y legislaciones, la situación de casi 20 millones de argentinos que se encuentran enterrados, sumergidos en la pobreza y que muchos de ellos, que a pesar de contar con un trabajo formal, el salario que perciben no les alcanza para cubrir una Canasta Básica Alimentaria, que según el indec, Al 13 de marzo de 2024 su valor fue de $690.901,57.
Son estos mismos datos los que evidencian y exponen las necesidades y urgencias que deberá comenzar a resolver de una buena vez por todas el gobierno nacional, dejando atrás aquella hipocresía e insensibilidad que ha caracterizado a los anteriores mandatarios. Algunos de ellos escondiendo la pobreza o disfrazándola intentando hacernos creer que hablar y reconocer la existencia de las personas que pasan necesidades era una cuestión de “estigmatizarlos”.
Claramente han sido sucesivas décadas en la que una gran parte de la dirigencia y política le han mentido al pueblo argentino descaradamente. Los discursos políticos en su mayoría apuntan a la inclusión social, pero la realidad social de nuestro país, nos enrostró que un pequeño subgrupo ha sido el que se benefició, creció y se desarrolló económicamente, privándolo de sus propios derechos a la clase trabajadora.
Por ende, los únicos que han progresado son aquellos que desde un atril señalaban con el dedo inquisitivo a todo argentino que pensaba distinto o, que al menos se permitía dudar teniendo un pensamiento crítico de la gestión presidencial de aquel entonces. Muchos de esos pensadores fueron tildados como Los antipatria o cipayos”. Mientras tanto , las cuentas bancarias de esos dirigentes políticos fueron acumulando abultadas sumas de dinero y han sido tan “hipócritas e insensibles” viendo como los más vulnerables de la sociedad, no gozan de una buena calidad de vida: donde la educación, alimentación, seguridad, salud y trabajo son una de las falencias que hasta el momento, ningún gobierno de las últimas cuatro décadas ha sabido solucionarlo.