Hace unos días, Rubén Ojeda fue conocido en el ámbito nacional como el “Gaucho Araña”. El joven bailarín misionero que logró convertir una propuesta artística poco convencional en una forma de vida. Detrás del personaje que mezcla la estética del Hombre Araña con elementos del folklore argentino, hay una historia de esfuerzo, pasión y momentos difíciles que aún marcan su camino.

Silvina Canteros, madre del artista, compartió su testimonio en Radio Up y reconstruyó el recorrido de su hijo desde sus inicios en la danza hasta su reciente participación en televisión. “Lo descubrieron en Caminito y a partir de ahí empezaron a surgir las propuestas. Él sigue sorprendido, todavía no cae”, contó con emoción.
Canteros contó que su hijo comenzó a bailar cuando tenía apenas 13 años en el colegio Itatí. Fue la profesora Roxana Sánchez quien identificó su talento y lo impulsó a participar en actos escolares y peñas locales. Desde entonces, la danza folklórica se convirtió en su vocación.

El joven integró el Ballet del Parque del Conocimiento en Posadas y llegó a firmar un contrato para presentarse en Turquía. Sin embargo, el proyecto se canceló a último momento, lo que lo dejó sin empleo ni plan de retorno. “Él dejó todo por seguir su sueño”, recordó su madre.
Ya instalado en Buenos Aires, vivió momentos duros. Durante semanas buscó alojamiento en albergues y dependió de la ayuda de amigos para subsistir. Incluso acudió a la Casa de Misiones, aunque no encontró allí una solución concreta.
Gaucho araña: de Caminito directo a la televisión nacional con Guido Kczka
A pesar de las dificultades, no dejó de bailar. En Caminito, donde se presentaba con su traje de gaucho y máscara de superhéroe, un productor lo vio y lo invitó a participar en el nuevo programa de Guido Kaczka. Esa aparición le dio visibilidad nacional y abrió nuevas puertas.
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“El personaje nació en la Fiesta del Chamamé, en Corrientes. Desde entonces no paró. Baila en carpas árabes, brasileras, argentinas… donde lo llamen”, relató su madre. Hoy Rubén recibe propuestas de distintos puntos del país, y mantiene intacto su deseo de enseñar danzas folklóricas a los más chicos.
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“Su sueño siempre fue sacar a los chicos de la calle y mostrarles nuestra cultura. Me dice ‘tengo que pensarlo, mami, me llaman de todos lados’”, expresó Canteros, quien reconoce que todavía no logra dimensionar lo que está viviendo. “Parece que estamos soñando los dos. Yo solo oro por él, porque no fue nada fácil”.