En la actualidad, el uso de fitosanitarios y fertilizantes en la agricultura misionera enfrenta desafíos importantes, como el cambio climático y la presión por mantener una producción eficiente y responsable. Sin embargo, se deben tener en cuenta una serie de factores a la hora de su aplicación.
Mariela Carolina Pletsch, ingeniera agrónoma y coordinadora regional del NEA en la Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes (CASAFE), dialogó con Radio Up 95.5 y destacó la importancia de implementar buenas prácticas agrícolas y el uso correcto de estos productos para garantizar una producción segura tanto para el ambiente como para la salud de las personas y animales.
En esta línea, Pletsch subrayó que el uso de fitosanitarios debe estar basado en el principio de responsabilidad, es decir, aplicarlos solo cuando es necesario y de acuerdo con las indicaciones de un monitoreo adecuado: “Cuando usamos productos fitosanitarios, tenemos que usarlos siempre de manera responsable, posterior a un monitoreo que nos indique que es necesario aplicar un producto. No siempre, aunque exista plaga, indica que tenemos que aplicar un fitosanitario», explicó en diálogo con “La Última Rosca”, ciclo conducido por Alejandro Chini y Bryan Villalba.
Este enfoque responsable aboga por una integración de diversas herramientas de control, donde los fitosanitarios no son la única opción. “Hay otros mecanismos de control que están dentro del manejo integrado, como el control mecánico, el control cultural, el control biológico y el control químico”, destacó Pletsch, abogando por la combinación de diversas estrategias para minimizar el uso de productos químicos siempre que sea posible.
El desafío del registro y la regulación
Uno de los puntos claves que mencionó Pletsch es la importancia de utilizar productos fitosanitarios que estén debidamente registrados en Argentina, ya que el uso de productos provenientes de otros países sin la regulación adecuada representa un riesgo considerable. “Los productos fitosanitarios que se utilizan deben estar registrados y habilitados por el país en el que se produce. Cuando se utiliza un producto de otro país, se desconoce qué se está utilizando porque no se realizaron prácticas en los distintos ámbitos regionales”, advirtió.
A su vez, la ingeniera explicó que el proceso de desarrollo de una molécula y su posterior registro en el país es extenso, lo que garantiza su seguridad. “El desarrollo de una molécula lleva generalmente de 10 a 13 años. A partir de allí, SENASA puede tomarse meses o años para la habilitación del producto”, señaló Pletsch. Este proceso exhaustivo incluye estudios sobre el comportamiento del producto en diversas condiciones agroecológicas, lo que asegura su efectividad y seguridad en distintas regiones del país, como Misiones.
En una provincia como Misiones, que comparte frontera con Brasil y Paraguay, muchos productores locales pueden verse tentados a adquirir fitosanitarios más económicos provenientes de estos países vecinos. Sin embargo, Pletsch alertó sobre los riesgos de esta práctica. “Cuando un productor trae un producto de otro país, desconocemos lo que estamos trayendo. Para que un producto se registre en Argentina, tienen que hacerse ensayos en condiciones agroecológicas distintas», explicó.
El clima y las características del suelo en Misiones son muy particulares, con alta humedad y temperaturas, lo que significa que los productos que no fueron probados en estas condiciones podrían no ser efectivos o incluso resultar perjudiciales. Pletsch también mencionó que no solo se desconoce la efectividad de estos productos, sino también sus posibles impactos en la salud humana y el medio ambiente, lo que aumenta los riesgos.
Las buenas prácticas agrícolas: Protección para el operario y el ambiente
Por otra parte, Pletsch enfatizó la importancia de proteger a los operarios que manipulan estos productos, así como a las personas y animales que podrían verse afectados indirectamente. “El operario debe manipular con cuidado los productos registrados, cuidando el ambiente, la salud de las personas y animales”, afirmó. El uso de equipo de protección personal, como trajes especiales, máscaras y guantes, es fundamental para evitar el contacto directo con los productos, que pueden ser tóxicos si no se manejan correctamente.
Además, Pletsch destacó la necesidad de calibrar adecuadamente los equipos de aplicación y realizar las pulverizaciones en condiciones ambientales adecuadas, como con una velocidad del viento menor a 12 kilómetros por hora, para evitar la deriva del producto hacia áreas no deseadas. También insistió en la correcta disposición final de los envases, que deben ser sometidos a un proceso de triple lavado y perforados antes de su eliminación.
Por último, la ingeniera agrónoma subrayó que la implementación de buenas prácticas agrícolas no es opcional, sino una obligación para cualquier productor, ya sea que utilice sistemas convencionales, orgánicos o agroecológicos.
“Cualquiera sea el sistema productivo que haga el productor, tiene que hacerlo siempre con buenas prácticas agrícolas, es decir, cuidando el ambiente, la salud de las personas y los animales, y asegurando la inocuidad y la seguridad alimentaria”, concluyó.