Había una vez un pueblo y enfrente había otro pueblo; había también un río entre ambos (el río sigue estando) y lanchas que iban y venían de una a otra orilla.
Los pueblos vivían felices. De un lado se aprendía el sabor de los “caburé” y se compraba chorizos en un solo lugar, mientras en la otra orilla, se aprendía a bailar “chamamé” y a comprar buenos vinos.
Después comenzaron a llegar de un lado las “paseras” con frutas y verduras (más tarde con electrónicos), mientras del otro se agolpaban familias enteras para “cruzar el charco” y comprar manteles, sábados, toallas, “yoguins” y zapatillas.
Y hubo hasta una tragedia en el medio del río, un tornado del otro lado y la solidaridad de una y otra orilla.
No había amor…pero había convivencia pacífica, además de fluidos lazos comerciales.
Hoy…hay gritos, golpes, coimas, atropello y falta de educación cívica (y moral). Unos quieren venir a comprar, los otros quieren sus calles de nuevo.
Una medida necesaria y de seguridad impide lo que denominan “carga estática”, es decir, evitar que la estructura del puente internacional “San Roque González de Santa Cruz” se vea afectada por el avance y freno de miles de automóviles, colectivos, camiones y motos que diariamente se ven obligados a esperar más de cinco horas sobre el viaducto.
Vialidad Nacional del lado argentino aconsejó que no haya carga estática sobre el puente. Autoridades paraguayas, que se acelere el tránsito de paraguayos y argentinos hacia uno y otro lado.
Consecuencia: hoy, primer día de una nueva prohibición que generó un nuevo caos “del otro lado”, cualquiera se enfrentó a cualquiera y en las trompadas entraron coimeros, policías, vendedores y gente urgida por trasponer el puente hacia Posadas. Todo fue confusión.
Las callecitas de Encarnación estallaron con el embotellamiento de miles de vehículos, aparecieron los típicos “avivados” con intención de cobrar “peaje” y conseguirles un lugar privilegiado “más adelante en la cola” a quien estuviera dispuesto a pagar … y fue inevitable que subiera el nivel de agresividad entre unos y otros.
La argentinidad y la paraguayidad “al palo” fue literal. Una semi tragedia evitable si quienes deben decidir y quienes debería trabajar, pusieran lo que hay poner (sobre la mesa), sumar una pizca de solidaridad, sazonada con responsabilidad y buena voluntad…para que de uno y otro lado, la convivencia vuelva a ser realidad, más allá de los discursos vacíos.