Fray Ramiro de la Serna es miembro de la Orden de los Hermanos Menores, dialogó con la redacción de Radio Up 95.5 y brindó una serie de reflexiones sobre el carisma franciscano y cómo abordar la realidad social de nuestro país bajo la mirada del “Pobre de Asís”.
«Conozco a Cristo pobre y crucificado, y eso me basta», decía San Francisco de Asís, cuya fiesta se celebra cada 04 de octubre y a quien el Papa, que lleva el nombre de Francisco por este Santo, lo definió como hombre de armonía y de paz.
La vida de San Francisco de Asís
San Francisco nació en Asís (Italia) del 1182, en una familia acomodada. Tenía mucho dinero y lo gastaba con ostentación. Sólo se interesaba por «gozar la vida».
En su juventud se fue a la guerra y fue tomado prisionero. Luego de ser liberado cayó constantemente enfermo hasta que escuchó una voz que le exhortó a “servir al amo y no al siervo”. Retornó a casa y con la oración fue entendiendo que Dios quería algo más de él.
Comenzó a visitar y servir a los enfermos y hasta regalar sus ropas o el dinero. De esta manera desarrollaba su espíritu de pobreza, humildad y compasión.
Cierto día, mientras oraba en la Iglesia de San Damián, le pareció que el crucifijo le repitió tres veces: Francisco, repara mi casa, pues ya ves que está en ruinas. Entonces, creyendo que se le pedía que reparase el templo físico, fue, vendió los vestidos de la tienda de su padre, llevó el dinero al sacerdote del templo y le pidió vivir ahí.
El presbítero le aceptó que se quedara, pero no el dinero. Su padre lo buscó, lo golpeó furiosamente y, al ver que su hijo no quería regresar a casa, le exigió el dinero. Francisco, ante el consejo del Obispo, le devolvió hasta la ropa que llevaba encima.
Más adelante ayudó a reconstruir la Iglesia de San Damián y de San Pedro. Con el tiempo se trasladó a una capillita llamada Porciúncula, la cual reparó y se quedó allí a vivir. Por los caminos solía saludar diciendo: “La paz del Señor sea contigo”.
Su radicalidad de vida fue atrayendo a algunos que querían hacerse sus discípulos. Es así que en 1210 Francisco redactó una breve regla y junto a sus amigos se fue a Roma, donde obtienen la aprobación.
¿Qué podemos aprender de Francisco de Asís?
Este 2023 se cumplen 400 años de la regla de San Francisco y la comunidad franciscana en todo el mundo lo celebra con especial importancia, “en un mundo donde todo parece alejar a las periferias de la sociedad a los que son considerados invisibles los poderes,” afirmó De la Serna.
“El mensaje de Francisco de Asís nos interpela con mayor énfasis, y más aún en esta Argentina polarizada por una agenda política que se encuentra vastamente alejada de los que más padecen de las crisis sociales y económicas,” afirmó.
“Pero hay una crisis más grande que cala en lo más hondo de las realidades de la Argentina profunda. Y es la crisis de la fraternidad. Esta crisis convierte a las sociedades en un conjunto de gente que va por la vida sola, sin pensar en el otro, en los que están alrededor, y que afecta principalmente a quienes tienen facultades de imponer su voluntad y medidas por sobre los demás,” aseguró.
De la Serna remarcó que, en tiempos de inequidades económicas y sociales, “buscar la respuesta para ser mejores compatriotas se halla en el ejemplo de misericordia en el que viven las comunidades que viven en los lugares más profundos del país, donde se pueden vislumbrar los gestos, acciones y certezas que demuestran que la fraternidad social es posible si el centro está puesto en el desprotegido, en el apartado, en el excluido por la sociedad del consumo,” exhortó.
“Así como en cada época existieron distracciones que nos llevan a aferrarnos a lo material, San Francisco fue un gran ejemplo del desapego, impulsado por su espíritu inquieto por alcanzar algo más que lo superficial, encontró en el despojo de lo material un camino sin retorno hacia la iluminación de su pequeña alma,” comentó De la Serna.
Reflexionó que “encontrando el significado de la humildad espiritual cayó en la pobreza total poniendo así a prueba la providencia de Dios, según su historia nunca le faltó nada, y aún así recibió mucho más de lo que buscaba,” dijo.
“Muchos de los que quizás nos encontramos sumergidos en la eterna distracción de lo efímero, sin encontrar el valor y significado de lo que nos haga sentir completos, en paz y en común unión con nuestro creador, en el cual el camino de retorno solo podemos encontrar bajo su gracia. […] San Francisco nos enseñó grandes virtudes y valores, los cuales hoy en día podrían ser la clave para salir del camino inocuo que nos arrastra a un desequilibrio para encontrarse en el de la gracia divina,” concluyó.