El fallecimiento de Silvina Luna y las críticas al profesional que le realizó sus implantes para lograr obtener un cuerpo que no sea cancelatorio; la controversial ley de bioinsumos en Misiones que recrudece el debate en una provincia que no discutió el proceso de la sanción de dicha ley; de la misma manera debate su presupuesto ajustado a los intereses de un puñado de capangas de la política y de forma exprés y la sociedad rural argentina que anuncia un recurso ante la Corte contra la Provincia por la polémica ley de bioinsumos.
Nuevamente, las noticias nacionales ocupan un lugar importante en la agenda provincial, donde se susurra en los pasillos de las clínicas privadas entre los pacientes que osaron moldear un cuerpo no cancelatorio si sufren alguna molestia o si pasaron por las manos del profesional cuestionado.
El caso es que más allá de los deseos que algunas personas tienen de colocarse implantes existe un negocio que ampara la cultura de la no cancelación. Hace ya varios años los argentinos encontraron interesante la posibilidad de someterse a estas intervenciones, tal vez para mostrar otra faceta, otra cara de la misma moneda, o dicho en criollo, transformarse para formar parte de lo que las “tendencias” imponen.
Lamentablemente, ninguna de estas imposiciones es sobre el estricto control de los profesionales, sobre los productos o materiales que utilizan y por supuesto sin conocer cuáles son las garantías que ofrecen.
A veces damos por entendido que somos adultos para tomar nuestras decisiones y esto suena como si la adultez nos vuelve impunes o poderosos, al punto que exponemos nuestras vidas a tendencias ajustadas al modelo de consumo perverso y a los intereses de inexpertos generadores de soluciones mágicas.
En ocasiones, estos adultos que se asumen inmunes y que creen que se puede tomar decisiones en el marco de su sabiduría, impulsada por las indicaciones que nos ofrecen las canas o el número de registro del Documento Nacional de Identidad también toman decisiones en el seno de un cuerpo legislativo como lo es en la cuestionada Cámara de Representantes de la Provincia de Misiones. Allí se conciben propuestas que podrían sonrojar hasta a un niño; muchas veces porque son beneplácitos a eventos que ya han ocurrido y que no significan un aporte para la sociedad, como el viaje de un funcionario a representar a la provincia a un país de Europa, o la declaración de interés a una joven misionera que fue seleccionada entre los 50 mejores estudiantes del mundo, premio que le permitirá viajar a Qatar a representar a la provincia y a la nación.
En este último caso, sin embargo, en lugar de brindarle una ayuda económica para la concreción de ese logro alcanzado por mérito propio, le hacen entrega de un cuadro y unas felicitaciones sonrientes, mientras ella debe vender pastelitos para costear su viaje.
De la misma manera, la Ley de Bioinsumos, que a primera vista parece una buena idea, sin embargo, al bucear en la redacción del articulado y principalmente en los criterios de la fundamentación no podemos encontrar la opinión científica, técnica y menos las pruebas a alternativas que puedan suplir al peligroso Glifosato. Es así que nos hace presumir que existe un conformismo por parte de la mayoría de la Cámara que los vuelve petulantes útiles que obedecen sin chistar el “mandato” de alguien que quizás tenga buenas intenciones, aunque a veces cueste encontrarlas.
Usted amigo lector tendrá su opinión, y de esta manera aquellas intenciones al no ser sometidas a debate se tornan absurdas e incluso someten a la provincia a la vergüenza nacional por su soberbia legislativa, provocando que en lugar de vernos como una provincia de vanguardia, parecemos ser más bien un tubo de ensayo de prueba y error legislativo, aunque aquí los errores no se reconocen y menos se corrigen.
El tubo de ensayo en esta oportunidad será sometido a la voluntad de los jueces federales, esto ocurre a razón de que la Sociedad Rural Argentina interpondrá una demanda por la cuestionada ley de Bioinsumos. Aunque con soberbia nos quieran explicar que las cosas son hechas con buena voluntad y que las intenciones son diáfanas vemos con sobrados ejemplos que la costumbre de avanzar en leyes sin un estudio previo trae consigo un sinfín de enfrentamientos que son innecesarios para la provincia y en este caso afecta en particular al productor misionero que cuando deposita su voto lo hace con la esperanza que no le discutan cómo se siembra en su chacra, sino que le ofrezcan insumos que sirvan para lograr resultados productivos donde pueda optimizar el rinde de su esfuerzo de sol a sol.
En el marco de las obligaciones de la Constitución, en la semana que pasó también la provincia de Misiones sancionó el presupuesto para el 2024, pero atención, no creamos que lo han hecho con un método ajeno al que planteamos anteriormente…para nada. Fue en una maratónica serie de reuniones en la irreverente suma de 4 días y en comisiones apresuradas de 20 minutos desfilaron los voceros de los ministerios informando los recursos que pretenden utilizar el año próximo. Esta metodología fue establecida por la mayoría integrada en la Cámara de Diputados por el partido Renovador, cuyos integrantes presumen que en 20 minutos pueden evaluar la disponibilidad presupuestaria que tendrá el hospital de Oberá para sus insumos, o la sala de primeros auxilios de Piñalito Norte, o también en qué forma se distribuirán los recursos para la producción agraria, o sin ir más lejos, de cuánto dinero dispondrá la educación provincial para garantizar la escolaridad.
Cuesta creer que en 20 minutos se pueda explicar los meses de acampe y manifestación que llevan los docentes y personas ligadas a la educación en la provincia. Pero mayor es el asombro al notar que la vicegobernación para el próximo período contará con el manejo discrecional de los fondos del Ministerio de Desarrollo Social de la Provincia. La pregunta es ¿querrán eliminar al mayor asistente de comedores y merenderos de la provincia para convertirlo en una caja política administrada por el joven vice?
Tanta impericia legislativa y tanta genuflexión legislativa remite al cuento del rey desnudo. En él se relata que había una vez un rey vanidoso que contrató a unos sastres estafadores para que le hicieran un traje nuevo. Ellos fingieron tejer con un hilo invisible y convencieron al rey de que solo las personas inteligentes podrían verlo. El rey se paseó desnudo por la ciudad hasta que un niño inocente gritó: “¡El rey está desnudo!”, y todos se dieron cuenta de la verdad.
Esta historia siembra la esperanza que en algún momento la mayoría oficialista se levantará delante de sus comodidades y gritará en pos de aquellos que aún siguen esperando la mano del Estado para producir y trabajar, o de lo contrario deberá ser una tarea, un nuevo oficialismo que en un primer vistazo deberá aguardar 2 años para este debate.