El Gobierno y el Fondo Monetario Internacional (FMI) alcanzaron un nuevo acuerdo técnico para reflotar el programa firmado durante la administración de Alberto Fernández y despejar el camino para liberar un nuevo giro por US$4700 millones para la Argentina que permitirá afrontar los próximos vencimientos de la deuda sin ponerle demasiada presión al dólar.
El acuerdo, el primero que cierra el gobierno de Javier Milei con el Fondo, debe ser aprobado por el board y llega luego de varias semanas de negociaciones y de una misión técnica de funcionarios del staff del organismo a Buenos Aires para terminar las negociaciones con el equipo que dirige el ministro de Economía, Luis Caputo. El acuerdo fue confirmado por el FMI a través de un comunicado que combinó advertencias por la crisis, elogios al plan de ajuste y duras críticas a la herencia que dejó la gestión de Sergio Massa al frente del Palacio de Hacienda.
El nuevo entendimiento llega tras los fracasos de los programas de Mauricio Macri y Alberto Fernández y se construyó a partir de las primeras medidas tomadas por el gobierno de Milei para estabilizar la economía, recomponer las reservas del Banco Central y alcanzar el déficit cero. El núcleo del plan es un fuerte apretón fiscal –superior al que contemplaba el acuerdo original– diseñado a partir de un menú de amplios recortes de gastos, incluida la paralización de la obra pública, y aumentos de impuesto, una estrategia ortodoxo que calza a la perfección con las recetas del Fondo.
“La nueva administración ya está implementando un ambicioso plan de estabilización, basado en una gran consolidación fiscal inicial, junto con acciones para reconstruir las reservas, corregir desajustes de precios relativos, fortalecer el balance del Banco Central y crear un sistema más simple, basado en reglas y el mercado. También prevé la ampliación de la asistencia social para proteger a los más vulnerables”, elogió el Fondo en su comunicado.
Más allá de ese respaldo, el Fondo abrió el paraguas al advertir que la economía empeorará antes de mejorar, aunque se preocupó por remarcar que las primeras medidas del Gobierno permitieron evitar una crisis mayor.
“Aunque el camino hacia la estabilidad será desafiante y las condiciones empeorarán antes de mejorar, las acciones iniciales lograron evitar una intensificación de la crisis”, indicó el comunicado.
La devaluación y la corrección de precios relativos, advirtió el organismo, aumentará la inflación. La apuesta, plasmada en el comunicado, es que la implementación del plan y la reconstrucción de la confianza gatillen un proceso de desinflación, con una recuperación del crecimiento y los salarios reales, un escenario que jamas se logró durante el gobierno de Macri o el de Fernández.
El Fondo dijo que se alcanzaron entendimientos “sobre un conjunto reforzado de políticas para restaurar la estabilidad macroeconómica y volver a encarrilar el programa actual”. Y dejó entrever el fuerte malestar con el cierre de la gestión de Massa y Alberto Fernández al indicar que los objetivos clave del programa no se alcanzaron “por amplios márgenes debido a los severos reveses en las políticas del gobierno anterior”.
“La nueva administración heredó una situación económica y social excepcionalmente desafiante, con desequilibrios macroeconómicos crecientes que reflejan principalmente políticas inconsistentes y expansivas, especialmente durante los últimos trimestres del año pasado”, fustigó el comunicado del organismo.
Con el programa “severamente descarrilado”, el Fondo dijo que Milei y Caputo “actuaron con rapidez y decisión para desarrollar y comenzar a implementar un sólido paquete de políticas para restaurar la estabilidad macroeconómica y están totalmente decididos a volver a encarrilar el programa actual”.
Un poco de historia reciente
A fines de agosto pasado, el FMI había aprobado las metas quinta y sexta del programa con la Argentina en medio de tironeos con el entonces ministro de Economía, Sergio Massa, y con un fuerte delay. Entonces, antes de las primarias de octubre giró US$7500 millones de dólares y postergó a noviembre la séptima revisión. En su reporte del staff, el organismo habló de “una economía cada vez más frágil” y pidió un fuerte ajuste.
Por caso, reclamó un fuerte recorte de los salarios y nuevos aumentos de tarifas para reducir el fuerte peso de los subsidios económicos en el resultado fiscal. Además, estableció nuevas metas y se conoció el acuerdo para impulsar una devaluación. El déficit primario propuesto en el renovado programa fue entonces de $3,2 billones (era de $2,9 billones) a fin de año. Se mantuvo en 1,9% del PBI. Las metas de reservas netas, en tanto, pasaron de US$10.277 millones a US$3577 millones (es acumulación de US$1300 millones -antes era US$8000 millones- sobre el nivel de diciembre de 2021, que era de US$2277 millones). La emisión, en tanto, sería de $1,29 billones (era de $0,88 billones). Ninguna de las tres metas se cumplió y el gobierno de Milei aseveró durante los últimos días, a través de sus voceros, que el acuerdo con el organismo estaba “caído”.
“Desde la finalización del cuarto examen, la situación económica de la Argentina se ha vuelto cada vez más frágil, con episodios de mayor volatilidad del mercado, y más recientemente, con incertidumbres políticas”, comenzó el análisis de agosto. “Si bien la sequía histórica resultó en pérdidas mayores a las esperadas en la producción agrícola, las exportaciones y los ingresos fiscales, la actividad no agrícola ha mostrado resiliencia, lo que refleja una demanda interna sólida, en parte gracias al resultado de desvíos en las políticas. La inflación y las presiones externas se han intensificado, con reservas cayendo a niveles peligrosamente bajos debido a la sequía y a una política de ajuste insuficiente. Los desvíos de políticas se reflejan en parte en limitaciones políticas y electorales”, agregaron y citaron los resultados de las PASO del 13 de agosto.
“El programa se ha descarrilado, reflejando la sequía histórica junto con desvíos y retrasos en las políticas. Los criterios de desempeño de fines de junio para la acumulación neta de reservas internacionales, el equilibrio fiscal primario y la financiación del déficit fiscal se incumplieron por amplios márgenes”, cuestionaron.
“En términos más generales, los objetivos clave del programa (bajar la inflación y reconstruir reservas) siguen siendo difíciles de alcanzar, ya que los desequilibrios han aumentado en el contexto de shocks externos y una débil implementación de políticas”, dijeron.
El cambio de gobierno
Con la victoria de Milei, llegaron las felicitaciones de Georgieva y del staff del Fondo por las primeras medidas tomadas por Caputo. El 12 de diciembre, el FMI declaró sobre el paquete: “Constituye una buena base para proseguir las discusiones encaminadas a reconducir el actual programa respaldado por el Fondo”.
El lunes terminó la misión del FMI en el país en un encuentro que incluyó a Caputo y al jefe de Gabinete, Nicolás Posse, por el lado argentino, y el subdirector del Departamento del Hemisferio Occidental; Luis Cubeddu; el jefe de la misión, Ashvin Ahuja y Ben Kelmanson, representante del FMI en Argentina por parte del organismo. “La reunión fue positiva”, fue la única descripción que surgió del Palacio de Hacienda.
El objetivo del Gobierno es conseguir los waivers por las metas que no se cumplieron de la séptima revision del acuerdo –que le correspondía a la gestión de Alberto Fernández, Cristina Kirchner y el exministro de Economía Sergio Massa– y así destrabar el fondeo que le tocaría a la Argentina. Son US$3280 millones.
No es un tema menor en momentos de reservas netas negativas en el BCRA y pese a la recomposición que logró la entidad desde que Santiago Bausili la dirige. En ese frágil contexto, el Gobierno pagó el lunes intereses de bonos globales y bonares por US$1500 millones y a fin de mes debe abonar US$1920 millones de dos vencimientos que tenía con el FMI en enero. Apenas arranque febrero, debe hacer frente a un pago de intereses al Fondo por US$800 millones.
La situación de las reservas es tan grave que la última cuota de vencimientos al Fondo se pagó con un crédito pedido a la CAF, luego de que el Gobierno quedara desautorizado a utilizar el swap (crédito) con China.
No por nada, el viernes pasado el Tesoro debió emitir una letra intransferible a ser suscripta obligatoriamente por el BCRA para llevarse los dólares acumulados en las últimas semanas y pagar así estas deudas que apremiaban al Gobierno. Esta situación se da en un contexto en el que crece la brecha cambiaria y en momentos en que la soja cae a precios mínimos. A esto se suma, que el bono que el BCRA ideó para los importadores –que serviría además para aspirar pesos circulantes– no tuvo una buena recepción y que, en breve, la semana que viene, la entidad deberá comenzar a normalizar el flujo de las compras al exterior.
(Fuente: La Nación)