El 7 de septiembre de 1947, el Congreso daba la sanción a la ley de Voto Femenino, luego de un debate que trascendió los límites del país y tuvo positivas repercusiones en Latinoamérica y el resto del mundo.
La Argentina, luego de un contexto internacional marcado por la Segunda Guerra Mundial, había suscripto las «Actas de Chapultepec en 1945» que solicitaban el otorgamiento del sufragio a las mujeres. Sin embargo, la situación crítica en la que se encontraban los países europeos y la división del mundo en dos bloques después de la Segunda Guerra Mundial generó una fuerte invisibilización de la agenda de los movimientos de mujeres en el mundo. Nuestro país rápidamente se puso al frente del sufragio con la particularidad de que no implicaba ningún tipo de restricción censitaria como sí lo tenía otras leyes de sufragio sancionadas en otras latitudes.
Hasta la sanción de la Ley del Voto Femenino el 7 de septiembre de 1947, las mujeres argentinas no tenían el derecho a elegir mediante el voto democrático a las autoridades del país. La Ley Evita no solo significó una de las efemérides más importantes de la fecha, sino que también representó una de las primeras leyes a favor de los derechos de las mujeres en todo el continente americano.
La Ley N° 13.010 fue promulgada el 23 de septiembre de 1947 -día que se utilizó para crear el Día Nacional de los Derechos Políticos de la Mujer- y culminó con una larga lucha en busca de mayores derechos para las mujeres iniciada años atrás por grandes figuras como Julieta Lanteri, Elvira Rawson, Cecilia Grierson y Alicia Moreau, entre otras.
Sobre la base del censo de 1947 se identificó al número de mujeres que primero había que otorgarle su certificado de nacimiento y la libreta cívica, un proceso jurídico- administrativo complejo y sensible si se toma en cuenta que en paralelo se estaba discutiendo y ampliando también los derechos políticos de los habitantes de los entonces territorios nacionales que no podían votar y lo hicieron finalmente también en 1951.
Ese proceso duró cuatro años y en él fue muy importante el papel que tuvieron “las delegadas censistas” que representaban el Partido Peronista Femenino en todas las provincias del país. “Promovieron una campaña de lo que hoy entendemos como ‘pedagogía del voto’. Su primera misión fue saber dónde estaban y quienes eran las mujeres identificadas. Su labor incansable fue crucial para generar un movimiento popular de mujeres muy activo, participativo y resolutivo de las necesidades de las comunidades”, señala Martínez.
Una campaña, que a la luz de los números, fue todo un éxito: las mujeres acudieron masivamente a las urnas. Para esas elecciones en el padrón figuraban 8.623.646 de electores, entre ellos, 4.222.467 mujeres. De ese total, el 90,32% se hizo presente en las urnas.
(Fuente: Argentina.gob.ar)