La Iglesia Católica celebra cada 21 de agosto el Día del Catequista, en conmemoración del papa Pío X. Ese Papa, que fue santificado, tuvo actuación preponderante a favor de la catequesis e hizo posible entre otras cosas impartir los sacramentos a los niños. En la diócesis de Posadas lo celebraron el domingo con un encuentro que reunió a más de 700 personas.
Los catequistas no están guiados sólo por su buena voluntad, sino que tienen el mandato misionero para mostrar a todos en nombre de la Iglesia “el rostro misericordioso de un Dios que es siempre padre”.
El catequista se reconoce en búsqueda, en camino; no se cree ni dueño de la verdad ni el “maestro” que llega para esclarecer a los demás sino un instrumento que el mismo Jesús, presente en la comunidad, envía, sostiene y da fuerza para superar las oscuridades y dificultades.
Encuentro diocesano de catequistas
La Junta Diocesana de Catequesis organizó un significativo encuentro el pasado domingo 18 en el Predio Expo Yerba Mate de Apóstoles.
La jornada comenzó con la misa presidida por el Padre Javier Alexander Krawczuk, Director de la Junta Diocesana de Catequesis, y el Padre Alejandro Cañete, párroco de la parroquia San Pedro y San Pablo. La homilía enfatizó la importancia de la oración y la Eucaristía, temas centrales en la celebración. Posteriormente, el Padre Cañete ofreció un taller basado en el documento del Papa Francisco, “Señor, enséñanos a orar”, enfocándose en la importancia de la misa, el silencio y la adoración.
Una de las actividades destacadas fue la procesión con la imagen de Jesús y la Virgen de Loreto. Esta procesión, realizada por las calles cercanas, buscó manifestar la presencia católica en la comunidad y fomentar el sentido de pertenencia.
San Pío X, patrono y modelo de los catequistas
De una familia pobre, humilde y numerosa, Giuseppe M. Sarto nació el 2 de junio de 1835 en Riese, Italia. En 1850 ingresó al seminario de Padua, y fue ordenado sacerdote el 18 de septiembre de 1858. Su primera labor pastoral la realizó en la parroquia de Tómbolo-Salzano, distinguiéndose, además de su gran caridad para con los necesitados, por sus ardorosas prédicas que atraían hasta los más alejados del mensaje del evangelio.
En 1884 fue ordenado obispo para la diócesis de Mantua y en 1893, León XIII le concedió el capelo cardenalicio y lo trasladó a Venecia. En ningún momento cambió su modo de ser: sencillo, muy humilde, ejemplar en el amor a los más pobres.
A los pocos años, al morir León XIII, fue elegido su sucesor y su «programa pontificio» no fue otro que el del Buen Pastor: alimentar, guiar y custodiar el «rebaño humano» y buscar a las ovejas perdidas para atraerlas hacia Jesús.
La preocupación de Pío X por la santidad de la Iglesia lo llevó a actualizar los seminarios y fundar numerosas bibliotecas eclesiásticas. También se lo recuerda por sus aportes a la música sagrada y a la liturgia y la reforma de la liturgia de las horas. Permitió la comunión diaria a todos los fieles y cambió la costumbre de la primera comunión: para que los niños pudieran recibirla a partir de los 7 años.
Impulsó la enseñanza del Catecismo porque sabía que apartar de la ignorancia religiosa era el inicio del camino para recuperar la fe que en muchos se iba debilitando y perdiendo. Promovió un nuevo Código de Derecho Canónico que terminó de redactarse en 1917, bajo el pontificado de S.S. Benedicto XV.
Falleció el 20 de agosto de 1914, poco antes del estallido de la llamada «Primera Guerra Mundial». El 14 de febrero de 1923 se introdujo su causa de beatificación y fue canonizado el 29 de Mayo de 1954. Indudablemente fue adoptado por la gente como patrono de los catequistas por su sencillez, sus raíces rurales que jamás dejó de lado y por su ardor misionero y evangelizador.
(fotos: gentileza Comunicación Diócesis de Posadas)