En un contexto donde la educación argentina enfrenta desafíos profundos, la propuesta de declarar la educación como un “servicio público esencial” a través de la Ley Finocchiaro, ha suscitado un intenso debate.
Para entender mejor el impacto de esta legislación, Radio Up dialogó con Flavio Buccino, docente y especialista en gestión educativa, quien ofrece una perspectiva crítica sobre esta controvertida normativa.
“La Ley Finocchiaro define la educación como un servicio público esencial”, explicó Buccino durante el ciclo “La Última Rosca”, conducido por Alejandro Chini y Bryan Villalba, aclarando que esta categoría implica que ciertas actividades no pueden detenerse completamente, incluso durante un conflicto laboral.
“Un servicio público esencial es una actividad humana que no puede dejar de realizarse nunca”, dijo, señalando que, como en el caso de los hospitales o el suministro de agua potable, se debe garantizar un mínimo de operaciones para evitar consecuencias graves.
Sin embargo, Buccino destacó las diferencias fundamentales entre la educación y otros servicios esenciales. “Es importante comprender que la escuela tiene una doble función: enseñar y cuidar”, subrayó.
En su opinión, la ley se enfoca más en la segunda función, descuidando la calidad educativa. “El proyecto sugiere que, durante una huelga, al menos el 30% de los docentes debe estar presente. Pero si el 100% de los estudiantes asiste, no recibirán la misma atención que con el 100% del personal docente”, advirtió.
De igual manera, Buccino no cuestionó la necesidad de mantener las escuelas abiertas durante los días de paro, pero hace un llamado a la honestidad: “Ese día no es un día de clases normal, es un día de cuidado de los pibes”, enfatizó.
La preocupación, según él, radica en que esta ley podría reducir la educación a una mera guardería, descuidando su rol primordial de enseñar con calidad. “No me parece mal que las escuelas estén abiertas los días de paro, pero no le mintamos a la gente”, afirmó tajante.
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El especialista también mencionó que la ley no aborda los problemas estructurales que afectan a la educación en Argentina, como los bajos salarios docentes, la falta de infraestructura adecuada y la designación rápida de maestros. “Si uno quisiera pensar la esencialidad, debería enfocarse en otras cosas, como tener buenos edificios escolares y docentes bien pagos y formados”, propuso.
En tanto, y sobre el verdadero objetivo de la ley, Buccino admitió que hay buena voluntad en quienes la han impulsado, pero expresó su preocupación de que la discusión se esté desviando hacia un conflicto con los sindicatos docentes.
“Lo que veo por debajo de todo este debate es que muchas veces se confunde y termina siendo como que esta ley ordena y disciplina a los sindicatos docentes”, señaló, advirtiendo que los conflictos laborales no se solucionan regulando la huelga, sino abordando las causas que los generan.
Además, Buccino puso en contexto la importancia de ver la educación como un todo, vinculándola con otros aspectos fundamentales de la sociedad. “La educación no es una variable independiente”, dijo, recordando la visión integral de Sarmiento, quien no solo impulsó la educación, sino también el desarrollo de infraestructuras como el ferrocarril y las comunicaciones.
Finalmente, Buccino dejó abierta una pequeña puerta a que el Senado pueda ampliar el concepto de esencialidad de esta ley, añadiendo elementos que realmente contribuyan a mejorar el sistema educativo. “Ojalá los senadores puedan pensar en este mismo instrumento que trabajó Diputados y agregarle aquellas cosas que le están faltando”, concluyó.