El vino argentino, históricamente, es uno de los grandes protagonistas del mercado global, pero los últimos años no fueron fáciles para el sector vitivinícola.
Ramiro Barrios, prosecretario de Bodegas de Argentina, dialogó con “El País de la Libertad” de Radio Up 95.5 y compartió su visión sobre la situación actual del sector, donde destacó tanto los desafíos como las oportunidades que enfrenta la industria en un contexto macroeconómico complejo.
El 2023 fue un año difícil para las exportaciones de vino argentino, con una caída del 23% en volumen, lo que alejó al país de su máximo histórico alcanzado en 2011. En este sentido, Barrios explicó que esta disminución no fue un fenómeno aislado: “Argentina dejó de crecer, estuvo con algunos altibajos, hasta el momento de la pandemia, en donde volvió a tener cierto crecimiento por un cambio en los hábitos de consumo, pero en el post pandemia, Argentina comenzó a ver números rojos de disminución de exportaciones que fueron muy acentuados en el año 2023”.
Este mal desempeño inicial se extendió al primer semestre de 2024. Sin embargo, los números comenzaron a mostrar signos de mejora en julio y agosto. “Empezamos a ver algunos números verdes en julio de este año y en el mes de agosto hemos tenido otro mes consecutivo de números verdes, el crecimiento del 17%. El total de enero a agosto muestra un aumento del 6%, pero este 6% es comparado con el año 2023, que fue un año bajo”, comentó Barrios.
A pesar de esta recuperación, el prosecretario de Bodegas de Argentina fue cauteloso: “Para decir que volvemos a crecer, que volvemos a tener la dinámica de años anteriores, me parece que todavía nos falta bastante”.
Factores externos e internos que complican la situación
La caída de las ventas, explicó Barrios, no puede atribuirse a un solo factor. A nivel externo, la inflación y las políticas económicas de las principales potencias mundiales tras la pandemia han afectado el consumo de vino: “La inflación ha hecho que el dinero disponible para gastar en entretenimiento y ocio en los consumidores se haya bajado. Esto impacta en dos maneras al consumo de vino: importadores que disminuyen sus niveles de stock porque el capital inmovilizado tiene un costo elevado, y consumidores que, al salir menos, consumen menos vino”.
Por otro lado, hay factores estructurales en el mercado internacional que también están jugando un rol clave. Los consumidores más jóvenes están mostrando una relación diferente con el vino en comparación con generaciones anteriores. “Los jóvenes toman menos, pero más premium, y además están más abiertos a probar otros cócteles, lo cual también tiene un impacto”, explicó Barrios.
A nivel interno, la inestabilidad macroeconómica de Argentina fue otro desafío importante para las bodegas. El negocio vitivinícola, según Barrios, requiere grandes inversiones a largo plazo, y la falta de previsibilidad económica no ayuda. “El negocio vitivinícola es un negocio que requiere de grandes inversiones y de inversiones de largo plazo. Eso exige planes de inversión y promoción que requieren sin duda una estabilidad macroeconómica. Lo que no ha tenido Argentina en los últimos años es estabilidad macroeconómica”.
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Competitividad y adaptación en el mercado internacional
A pesar de todos los desafíos, Barrios se mostró optimista sobre la capacidad de las bodegas argentinas para competir en el mercado global. “Yo considero que las bodegas argentinas son muy competitivas, compiten de igual a igual con otras bodegas de otros países que sí tienen esa estabilidad macroeconómica”, afirmó.
Un aspecto que destacó Barrios es el resurgir del vino blanco en Argentina. Históricamente, el vino tinto dominó el consumo en el país, impulsado en parte por la dieta argentina, pero en los últimos años se registró un crecimiento en la demanda de vinos blancos. “El consumidor quiere probar vinos blancos, hay muchas bodegas que están lanzando varietales no tan conocidos, un poco más nuevos, no es solamente Sauvignon Blanc, Chardonnay y Torrontés”.
Por último, se refirió a uno de los factores clave para la industria vitivinícola como lo es la rentabilidad, y en este sentido, Barrios aclaró que depende en gran medida del tipo de cambio. En ciertos momentos, es más rentable vender en el mercado interno, y en otros, en el externo. “Cuando el tipo de cambio está más volatizado, es más rentable la exportación. Lo que tienen que hacer las bodegas, y lo que muchas buscan hacer, es tener un buen mix entre ambos mercados”, concluyó.