El presidente de la Cámara de la Industria y el Comercio de Carnes de Argentina, Miguel Schiariti, analizó la compleja situación que atraviesa el sector cárnico. Entre los principales desafíos, destacó la caída del consumo de carne vacuna, los efectos de la sequía en la producción y la necesidad de mayores controles para combatir la faena en negro.
El consumo de carne vacuna en Argentina alcanzó su nivel más bajo en 28 años, con una caída del 11%. Según Schiariti, este descenso está directamente relacionado con una disminución en la producción. “La faena cayó al 11% y hubo 750.000 terneros menos producto de la sequía del año pasado”, explicó en diálogo con “El País de la Libertad” de Radio Up 95.5.
El impacto no solo se siente en el consumo interno, sino también en la cadena de producción. “Tuvimos una liquidación de vientres de más de un millón de cabezas, ya que no había con qué alimentarlas”, agregó, refiriéndose al sacrificio de vacas que no pudieron ser preñadas.
Además, Schiariti estimó que recuperar los niveles de producción y consumo de 2022 podría tomar entre tres y cinco años.
Un cambio en los hábitos alimenticios
Aunque la carne vacuna sigue siendo la preferida por los argentinos, las preferencias están cambiando, especialmente entre los jóvenes. “Los que tenemos más de 40 años somos grandes consumidores de carne vacuna, pero las generaciones más jóvenes crecieron con el consumo de pollo y cerdo”, explicó el dirigente.
El aumento en el consumo de proteínas alternativas coincide con una cuestión de costos. “Con el valor de un kilo de carne vacuna, se pueden comprar tres kilos de pollo o casi dos kilos de cerdo”, afirmó Schiariti, quien señaló que esto ha hecho que muchos consumidores cambien sus hábitos alimenticios.
Uno de los datos más relevantes expuestos por Schiariti es el atraso en el precio de la carne vacuna. “Está atrasada en más de un 50%. Este año aumentó solo un 33%, frente a más del 60% del índice de precios al consumidor”, aseguró. Para el dirigente, esto hace que la carne vacuna sea percibida como barata en comparación con otras opciones.
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Los desafíos del SENASA y la faena en negro
Un tema crucial para la industria es el control de la faena en negro. Según Schiariti, esta práctica, que implica no registrar ni pagar impuestos, genera pérdidas significativas. “Si todos los actores de la cadena pagaran los impuestos correspondientes, de cada 100 pesos gastados en una carnicería, 42 irían a distintos estamentos del Estado”, explicó.
Sin embargo, destacó que el SENASA ha intensificado sus controles. “No se va a incrementar la faena en negro; al contrario, debería reducirse”, afirmó. También subrayó la importancia de implementar herramientas como la “caja negra”, un sistema de monitoreo que permite registrar en tiempo real el peso y número de las medias reses.