El viernes 22, la localidad de Campo Grande fue escenario de un nuevo encuentro de la campaña “En Misiones no se caza”, una iniciativa liderada por el Ministerio de Ecología y Recursos Naturales Renovables de Misiones, destinada a combatir la caza furtiva, una práctica que amenaza gravemente a la fauna silvestre de la provincia.
Durante el encuentro, se abordaron datos alarmantes sobre el impacto de la caza furtiva en la región. En diálogo con Antonio Villalba, en el programa “RX-Realidad Mixta” de Radio Up 95.5, el Jefe del Departamento Intendencia del Sistema de Áreas Naturales Protegidas del Ministerio de Ecología, Jorge Bondar, destacó que los cazadores furtivos, en su mayoría provenientes de Brasil, han intensificado sus operaciones en áreas protegidas como la Reserva de Biosfera Yabotí y los parques provinciales: “Hoy por hoy, hay una red importante de gente con campamentos muy bien organizados en medio de la selva hasta con grupos electrógenos”, comentó.
Según Bondar, estos grupos no solo están mejor armados y organizados, sino que también han transformado esta práctica en un negocio lucrativo que abastece tanto mercados locales como internacionales, con productos que van desde carne hasta especímenes vivos y partes de animales destinados al comercio en Europa y Asia.
“El mercado asiático busca en américa latina, en países como Bolivia y Misiones, huesos y colmillos del tigre misionero (Yaguareté)”, sostuvo el experto, en diálogo con Radio Up.
“La mayoría de estos cazadores actúa en grupo, con logística avanzada. Incluso, están dispuestos a enfrentarse armados a los guardaparques, lo que aumenta el nivel de riesgo para nuestro personal en el terreno”, señaló Bondar. Afortunadamente, desde 2015, los guardaparques cuentan con chalecos balísticos y armas reglamentarias que “no podemos pensar en trabajar sin estas herramientas en terreno”, dijo.
Fronteras permeables y desafíos de conservación
La zona más crítica, según el cuerpo de guardaparques, se encuentra en los límites con Brasil, donde las fronteras naturales, “desde San Antonio – Andresito hasta la reserva Biosfera Yabotí, los límites son totalmente permeables”, indicó y describió que asimismo sucede con la zona del “Río Pepirí Guazú, donde en épocas de sequias es atravesado a caballo o en moto”. Este acceso facilita la entrada de cazadores que operan bajo un modelo extractivista. “La selva misionera sigue siendo un tesoro para ellos, porque alberga especies que buscan para el consumo”, explicó Bondar.
Por otra parte, hizo énfasis en que “muchas veces, el cuerpo de guardaparques es la única autoridad presente en el lugar, no existiendo la figura federal en algunas áreas”, al tiempo que agregó “deberían estar presentes nuestras fuerzas federales para tratar de evitar que siga sucediendo la intrusión al país que es la primera problemática que enfrentamos. Tenemos casi 200 kilómetros de fronteras muy permeables y dentro de nuestros límites, estos cazadores operan hasta 15 kilómetros. Es muy difícil trabajar en la selva y rastrearlos”, dijo Bondar.