El 24 de abril se destaca como el Día de la Acción por la Tolerancia y el Respeto entre los Pueblos, una jornada para recordar y reflexionar sobre el genocidio que sufrió el pueblo armenio entre 1915 y 1923. En el 2006, en nuestro país, se promulgó la Ley N° 26.199, que insta a la reflexión sobre la importancia del respeto entre naciones y la protección de los derechos humanos.
El punto de partida de esta tragedia se sitúa el 24 de abril de 1915, cuando en Estambul se produjo el secuestro y asesinato de líderes armenios, entre ellos religiosos, políticos, intelectuales y figuras prominentes de la comunidad.
El reconocimiento internacional del genocidio armenio fue un proceso largo y complejo. En 1948, la Organización de las Naciones Unidas adoptó la Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio, inspirada en los estudios del abogado Raphael Lemkin sobre lo sucedido con los armenios, así como con la población judía durante la Segunda Guerra Mundial.
En 1967 se erigió el Memorial Tsitsernakaberd, cuyo nombre en armenio significa «fortaleza de las golondrinas», en la ciudad de Ereván, capital de Armenia. Este monumento consiste en una pirámide de 44 metros que simboliza el renacimiento de la nación armenia, doce estelas dispuestas en un círculo que albergan la «llama eterna» en memoria de las víctimas, y un muro donde se encuentran grabados los nombres de los principales pueblos afectados por el genocidio.
En Argentina, la comunidad armenia lideró iniciativas para mantener viva la memoria de las víctimas mediante la construcción de numerosos memoriales y monumentos en todo el país desde 1998. Lugares como la Plazoleta Monte Ararat en Buenos Aires y el Memorial «Nomeolvides» en Rosario son ejemplos tangibles del compromiso argentino en la lucha contra la violencia política y religiosa.