En el reciente torneo olímpico, la boxeadora argelina Imane Khelif ha generado una intensa polémica tras derrotar a la italiana Angela Carini en un combate que duró apenas 46 segundos. La controversia no surge por su victoria contundente, sino de la situación biológica de Khelif, quien, según explicó el doctor Walter Ghedin en una entrevista con Radio Rivadavia, es cromosómicamente XY, un patrón clásico de género masculino.
El doctor Ghedin, destacado psiquiatra y sexólogo, aclaró: “XY son los cromosomas que determinan el género masculino, XX el femenino. Puede ser que la terminación de esos genes no haya sido completa, entonces genere un estado de intersexualidad”.
En el caso de Khelif, este estado intersexual implica que tiene características físicas tanto masculinas como femeninas, lo que ha suscitado un debate sobre la equidad en la competencia deportiva.
Ghedin subraya que “los estados más claros de intersexualidad se dan cuando, por ejemplo, hay dos cromosomas X y una Y, compartiendo caracteres sexuales femeninos y masculinos. Pero puede ser que la presencia de cromosoma X y cromosoma Y también pueda tener algún tipo de gónada atrófica femenina y un desarrollo testicular”.
Este fenómeno biológico presenta un desafío considerable para el mundo del deporte, donde tradicionalmente se clasifica a los atletas por género, peso, y edad. “El tema no está en los genes, sino en la determinación hormonal”, explicó Ghedin. “Al fin y al cabo, lo que puede estimular la función muscular y el aumento de la masa muscular son las hormonas, en este caso, la testosterona”.
En relación a la ventaja competitiva, Ghedin señaló: “Genéticamente es un varón, pero en este caso de desarrollo aparentemente fenotípico, la fisonomía es de mujer”. Esta situación ha llevado a que Khelif tenga una “ventaja de masa muscular y masa ósea” sobre sus competidoras, debido al predominio de la testosterona en su organismo.
La controversia se profundiza al considerar la percepción de género de Khelif. Ghedin afirma: “Su percepción de género es femenino, pero desde el punto de vista biológico, es un varón”. Esta disonancia entre identidad de género y características biológicas plantea preguntas complejas sobre cómo deben manejarse estos casos en competiciones deportivas.
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El doctor Ghedin también abordó la creciente visibilidad de personas transgénero y no binarias en la sociedad, destacando que “la apertura social y cultural permite que aquellas personas que estaban en el clóset de la transexualidad comiencen a salir y a visibilizarse”. Esta mayor visibilidad ha llevado a un aumento en los tratamientos hormonales y en la discusión pública sobre estos temas.
Respecto a la futura participación de atletas intersexuales en el deporte, Ghedin señaló: “Habrá que medir los niveles de hormonas que la persona tiene en su cuerpo, ya sea una intersexual o una persona transgénero que se hormona desde afuera. De acuerdo a esos niveles hormonales, se verá cuánto estas hormonas inciden en la masa muscular y en el entrenamiento”.
El caso de Imane Khelif es un ejemplo paradigmático de los desafíos que enfrenta el deporte en la era moderna, donde la comprensión de la identidad de género y la biología se expande más allá de las categorías tradicionales. La necesidad de investigaciones y regulaciones más precisas es evidente para garantizar una competencia justa y equitativa para todos los atletas, independientemente de su condición intersexual o transgénero.
Por último, el doctor Ghedin resumió: “El género no es binario, es decir, hombre y mujer son determinaciones puramente biológicas, pero la humanidad de las personas va más allá de lo biológico. La mejor manera de mirar el mundo es a través de distintas ventanitas y no limitarlo”.