El Xeneize se puso las pilas y encaminó la llegada de tres futbolistas que se suman al desembarco de Ayrton Costa. Además, se espera que en las próximas horas se concrete la llegada (por fin) de Alan Velasco y se avance por un arquero.
Boca inició la pretemporada el pasado 2 de enero con serias preocupaciones: bajas de peso, un plantel heredado muy flojo y una sola cara nueva, la del chileno Carlos Palacios. Ante este panorama, Fernando Gago debía comenzar a diagramar un año que, para el Xeneize, empezará antes que el resto por la pésima performance en la recta final del año.
Volvamos unos meses atrás. Tras la caída por penales ante Cruzeiro por Copa Sudamericana, Boca había depositado sus esperanzas de meterse en la siguiente Copa Libertadores a través de la Copa Argentina o la tabla Anual, aunque había un grave inconveniente: podía cruzarse a Vélez (el mejor equipo del futbol argentino en el año) y el pobre desempeño en el torneo lo tenía lejos en la tabla.
Este contexto, sumado a los malos resultados, decantaron en la salida de Diego Martínez y la llegada de Fernando Gago al banquillo de la Ribera, pero el volantazo no tuvo el efecto esperado, o al menos, no totalmente.
Boca se cruzó finalmente con Vélez en Copa Argentina y cayó por 4-3, mientras que en la tabla anual tampoco logró meterse entre los 4 clasificados a la Libertadores. No de manera directa.
Y es que el Xeneize si jugará la Copa Libertadores 2025, pero desde la segunda fase, para hacerse un lugar en la fase de grupos. Es por eso que el mercado de pases era especialmente sensible para Gago y para el hincha, que vio como la segunda mitad del 2024 dilapidaba cada ilusión que generó el primer semestre.
Además, a mediados de este año, deberá viajar a los Estados Unidos para el nuevo Mundial de Clubes, que lo tendrá enfrentando de arranque a Benfica y Bayern Múnich.
Volvemos a la pretemporada. 2 de enero. La vuelta a la actividad tenía como única “renovación” al chileno Carlos Palacios, volante ofensivo que puede oficiar de extremo en el esquema de Gago y que Boca ya tenia casi cerrado desde mediados del 2024, por lo que no era un pedido del DT pero que dio el visto bueno para su llegada.
Del otro lado, la salida de Pol Fernandez, criticado por el hincha pero valorado por la dirigencia y cuerpo técnico, dejaba aún más huérfano al medio campo tras la también partida de Cristian Medina a Estudiantes de la Plata. Además, Chelsea repescó a Aaron Anselmino y el central emigró a la Premier League, al igual que Nicolás Valentini que fue presentado en la Fiorentina.
Primer día y más bajas que altas. Este escenario fue el que comenzó a despertar el descontento del hincha que, en medio de la resaca festiva, comenzó a exigir refuerzos y jerarquía. Para peor, en Núñez llegaban Enzo Pérez, Martínez Quarta, Matías Rojas, Giuliano Galloppo (pretendidos por Boca) y se espera además a Sebastián Driussi y Gonzalo Montiel.
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La gota que colmó la paciencia del hincha justamente sería el anuncio de Rojas y Galloppo en River. Los refuerzos eran ya. Y Román escuchó. Lo que siguió a partir de allí fue todo lo que los xeneizes pidieron.
Primero, fortaleza. La salida de Anselmino y Valentini, sumado a la poca solidez de Figal y la recuperación de Lema, hicieron que Boca necesite desesperadamente centrales. En ese lugar, Boca acordó la llegada de Ayrton Costa, ex Independiente, quien llega desde el Royal Antwerp de Bélgica por poco más de 3.5 millones de dólares.
El siguiente apuntado, jerarquía total. Por poco más de un millón de dólares, pero sobre todo por la voluntad del jugador, Boca abrochó la llegada de Rodrigo Battaglia, surgido de Huracán, y finalista de la última Copa Libertadores con Atlético Mineiro.
Cabe señalar, que Battaglia era muy tenido en cuenta en el cuadro brasileño, tanto es asi que la cúpula y el propio DT Cuca quisieron retenerlo como uno de los referentes. Sin embargo, el jugador tenía decido volver al país y Boca era la opción ideal.
Sin embargo, el gran bombazo xeneize estaba a punto de llegar. En una época donde los Tévez, los De Rossi y los Cavani se mueren por jugar en Boca, otra estrella internacional se pondrá la casaca azul y oro: Ander Herrera.
El volante español, de 35 años, arregló su salida de Athletic Club de Bilbao y firmará hasta fines del 2026 como jugador de Boca, cumpliendo su sueño (confeso hincha de Boca) y aportando, quizás, la mayor jerarquía y experiencia al medio de Boca en los últimos 10 años.
Herrea, de extensa trayectoria, jugó además en equipos como PSG y Manchester United, donde coincidió con Marcos Rojo y Chiquito Romero. Estaba escrito.
Para culminar, y mientras se creía que Boca había terminado su frenesí de contrataciones, en las últimas horas se confirmó que tendría casi cerrada la llegada de otro chileno, Williams Alarcón, proveniente de Huracán.
El volante, que puede oficiar de número 5 al igual que Battaglia, llega como alternativa a Aníbal Moreno, pedido por Gago, pero muy complicado para el bolsillo xeneize. El chileno llegaría, en gran parte, por la deuda que el Globo mantiene con Boca por Cristaldo, de $800.000 dólares.
Por lo pronto, los esfuerzos en Brandsen 805 se concentran en cerrar el gran anhelo que es Alan Velasco, hoy en el Dallas de la MLS. El ex Independientes es una obsesión para Román y se podría concretas (al fin) luego de varios mercados en las próximas horas por una cifra que rondaría los $10.000.000 de dólares.
Al público se deben los protagonistas, y Riquelme entendió eso a la perfección en este verano. De esta manera, Boca reacomodó el rumbo de un mercado esquivo y pobre, que de concretar dichas altas, podría ser el más importante de la gestión. Ah, y falta el arquero…