Integraba un trío chamamecero junto a Pablo Delvalle y Billy Fernández. Además, formaba parte de la banda de la comparsa Ará Berá y disfrutaba compartir otros géneros con amigos. A los 33 años falleció producto de una enfermedad.
Su música expresaba lo que sus palabras no, melodías sin lenguaje las que solo necesitaba el corazón abierto para entenderlas, esas canciones nos dejó Rodrigo Galarza, destacado compositor y guitarrista de la música correntina.
Falleció la noche del lunes a los 33 años, luego de padecer una enfermedad que lo obligó a internarse, pero finalmente su cuerpo no resistió. Su partida dejó un profundo pesar en el ámbito cultural.
Sus cuerdas dieron vida a temas de distintos géneros, en su mayoría aquellas que generalmente se las disfruta con los ojos cerrados.
Con su guitarra acompañó a numerosas formaciones de distintos géneros como el jazz o el rock, pero su corazón se afianzó en la cultura local siendo sus pasiones el chamamé y el carnaval.
En el género correntino por excelencia tuvo la oportunidad de compartir la experiencia en el trío conformado por Pablo Delvalle y Billy Fernández, formación que los tuvo por varias ediciones como artistas principales de la Fiesta Nacional del Chamamé. Además, compusieron varias obras y grabaron el disco Paisajes, que cosechó excelentes críticas por la calidad de las composiciones musicales.
En el ámbito del carnaval, fue integrante de la banda de música de Ará Berá y desde el carro de sonido en el corsódromo Nolo Alías o durante los Shows de Comparsas en el anfiteatro Cocomarola tuvo gran protagonismo.
Incluso en la edición 2022, tenía un rol destacado en la propuesta del «Rayo» con una intervención solo en guitarra durante esos shows en el Cocomarola.
Su música fue siempre universal, pero con identidad local, un artista con la frescura creativa y un cantero cargado listos para componer. Llevan su firma más de 50 composiciones, entre ellas «Paisajes» (título del disco que grabó con el trío), «Encanto nocturno», «Niño», «Trajes» «Embrujo», «Monte Caseros», entre tantos otros, en su mayoría con canciones instrumentales.
Destacado esposo y padre de dos pequeños de 1 y 4 años, su calidad y talento musical iban de la mano de su generosidad y destacada persona, al punto de verlo con frecuencia llevando su música a geriátricos e instituciones sociales para compartir su música, sin levantar el avispero mediático.
Ayer en el velatorio, la sala cargada de amigos y artistas demostró la cosecha abundante de una persona que tenía entre sus principales valores la verdadera amistad. No podía estar ausente la música en su despedida, por ello Billy Fernández en piano, Pablo Delvalle en bandoneón y José Víctor Pineiro en Guitarra lo despidieron con temas de su autoría.
«Se va un gran músico, excelente guitarrista y cantor. Dotado de una capacidad única para componer e improvisar melodías. Un músico que teniendo como escuelas el jazz, el bossa nova y tantos géneros decidió emprender un camino en la música de Corrientes aportando su impronta, enriqueciendo de ese modo el género chamamecero. Y por sobre todo un gran amigo».
Por su parte, Piñeiro resaltó que «a Rodrigo hay que recordarlo como lo que fue, una persona que desbordaba música y emotividad. Genuino y afectuoso. Con un talento y sensibilidad única para la música y para nuestro chamamé, en el que estaba en la vanguardia de un tratamiento musical nuevo y lleno de matices maravillosos». Tras la despedida musical, Piñeiro quitó las cuerdas de su guitarra y las dejó como ofrendas en las manos de Rodrigo: «De alguna manera te la vas a amañar con este encordado, ponele música al cielo, buen viaje hermano», dijo profundamente emocionado.
Fuente: Epoca