Al publicarse esta columna, unas 244 millones de personas acudirán a las urnas para elegir al próximo presidente de Estados Unidos, casi diez veces el padrón electoral de nuestro país, para poner en perspectiva la magnitud de este evento.
Esta elección es particularmente relevante, marcada por un intenso y peculiar recorrido desde el inicio de la “carrera presidencial” en el país del norte. En el lado republicano, la candidatura de Donald Trump no tuvo mayores disputas internas. Desde que dejó la Casa Blanca en 2020, Trump se apoderó del partido, ganando las elecciones internas por una diferencia abismal frente a otros representantes como Ron DeSantis y Nikki Haley, esta última quedando en un lejano segundo lugar con apenas el 20% de los votos.
Por el lado del Partido Demócrata, lo más lógico para muchos seguidores de la administración Biden era que el actual presidente buscase la reelección. Sin embargo, cuestiones de “salud” —aunque en mi pueblo lo llamarían medir mal en las encuestas— llevaron a que la Casa Blanca optara por la vicepresidenta Kamala Harris como su candidata. Para quienes seguimos la política internacional, sabemos que durante gran parte del mandato los roles ya estaban bastante invertidos en la práctica.
La política estadounidense mantiene puntos innegociables en su agenda, como la educación, las instituciones y ciertos aspectos de la economía. Sin embargo, hay temas que en esta elección han cobrado especial relevancia y conviene analizar la propuesta de cada candidato para ilustrarlo al lector:
Aborto: Tras el fallo de la Corte Suprema que revirtió Roe vs. Wade en 2022, Donald Trump busca que cada estado federal decida sobre la regulación de la interrupción del embarazo, sin intervención del gobierno federal. Por su parte, Kamala Harris considera el aborto un derecho individual y ha prometido restaurar los derechos reproductivos a nivel federal.
Política migratoria: La candidata demócrata planea restablecer el sistema migratorio, centrando su propuesta en los “Dreamers” (inmigrantes que llegaron de niños y aspiran a la ciudadanía estadounidense), buscando una política de reconocimiento para los 10.5 millones de inmigrantes en situación irregular, según el Pew Research Center. Trump, en cambio, mantiene su línea dura, prometiendo la mayor deportación masiva en la historia del país, la ampliación del muro con México y la persecución de pandillas, además de imponer sanciones penales a la inmigración ilegal.
Política exterior: Aunque algunos lo olviden, Trump fue el primer presidente en décadas en evitar involucrar al país en una guerra de gran escala, priorizando acuerdos diplomáticos en regiones conflictivas como Medio Oriente y desactivando amenazas nucleares de figuras como Vladimir Putin y Kim Jong-un. Frente a las tensiones actuales en Gaza, Trump ha mostrado su respaldo incondicional a Israel en sus ofensivas contra Hezbollah y Hamas. Harris, por otro lado, se ha posicionado a favor de revisar la postura de Estados Unidos hacia Palestina, distanciándose de la política de intervención de Biden y buscando un cambio en la estrategia de apoyo en la región.
Sí, estimado lector, estos son los problemas de un país de primer mundo. La agenda es amplia y cubre temas como el cambio climático, la portación de armas, y las relaciones comerciales. Sin embargo, más allá de las propuestas, lo que define esta elección son los modos: campañas sucias, el ataque que sufrió un candidato en un acto en Pennsylvania, y la profunda división cultural en la decisión que enfrenta el país.
Cuarenta y cinco presidentes han pasado por la Casa Blanca, y ninguno ha sido mujer. Hillary Clinton tuvo la posibilidad y obtuvo más votos que el propio Trump, pero el sistema de votación indirecta le dio la presidencia al republicano. En un país conservador, queda por ver si una mujer afroamericana, en un contexto históricamente dominado por presidentes hombres, puede convertirse en la cuadragésima sexta presidenta de los Estados Unidos. O si, por el contrario, el electorado elegirá una opción más conservadora, cuestionable en sus formas, pero que ya ha sido el faro del mundo alguna vez.
Así, Estados Unidos, otrora faro mundial, enfrenta una elección clave: ¿optará por lo familiar o se atreverá a confiar en una mujer afroamericana como líder? La respuesta definirá si el país sigue siendo grande o si se queda en la nostalgia de lo que alguna vez fue.
Bryan Villalba…