Naomi Klein es una periodista canadiense que en su libro del año 2007 “La doctrina del shock” argumenta cómo un gobierno puede imponer una reforma impopular gracias al impacto que un suceso grave provoca en una sociedad. El aberrante caso Kiczka provocó el shock que el poder feudal misionero precisaba. La creación de la Fiscalía de Ciberdelitos no fue pensada por Nelson Mandela. La pergeñó Carlos Rovira para intimidar a los que no escarmientan y chillan por las redes sociales.
Se ha divulgado bastante el concepto del Panóptico que el filósofo inglés Jeremy Bentham ideó a fines del siglo XVIII. Es un concepto de prisión circular diseñado para la vigilancia constante. En tiempos en que lo digital se devoró a lo analógico el Panóptico Digital representa la omnipresencia de la vigilancia digital que le hace agua la boca a tantos gobiernos en el planeta. Y Rovira tiene poder omnímodo para saciar sus deseos.
En la última sesión de septiembre el parlamento misionero aprobó la creación de la Fiscalía de Ciberdelitos, una herramienta que le puede venir muy bien a la Justicia en su lucha contra los delitos digitales. Pero eso es precisamente lo que enmascara el otro propósito: intimidar a los opositores. Esta suerte de ciberfiscalía investigará la trata de personas, la sustracción de menores, la pornografía infantil, pedofilia y narcotráfico. Hasta acá muy bien. El fiscal especializado podrá disponer “el inmediato secuestro y reserva de los dispositivos móviles, informáticos, electrónicos o cualquier otro en virtud de que existan sospechas fundadas de que hayan sido utilizado para premeditar, realizar, ocultar o encubrir el delito”. Y también se dedicará a detectar noticias falsas (“fake news”) sobre individuos o instituciones públicas o privadas. Y se creará el “agente digital encubierto”, que en estas manos suena a meter un Stiuso en tu whatsApp.
En mayo pasado Misiones fue noticia nacional por la protesta de policías, docentes y personal de la salud pública. Una protesta organizada y difundida por las plataformas digitales y las redes sociales. Ese ruido hizo añicos la propaganda de “Una provincia en paz” y mostró que la única paz que reina por acá es la “pax romana”, ergo, la que el opresor le impone al oprimido.
La diputada renovadora Azul Centeno estuvo cínica al pretender justificarse: “Los fiscales tienen la exigencia legal de fundamentar adecuadamente sus intervenciones y siempre habrá un juez que revise esas medidas”, dijo, como si en Misiones quedara algo de justicia independiente del poder político. En la Misiones que Rovira maneja hace un cuarto de siglo no existen los “checks and balances” de Montesquieu.
Conclusión: un fiscal que trabaja no para el estado sino para el gobierno (en un feudo estado, gobierno y partido son lo mismo) va a decidir qué cosa es una fake news, secuestrar el celular o la PC y que Dios te ayude.
Los últimos datos del INDEC marcan que Posadas y alrededores tienen un 55,9 % de pobres y la capital misionera (vendida como un oasis que empieza en la peatonal y termina en la Costanera) está entre las diez ciudades más pobres del país. Cómo es fácil deducir, hay mucho para chillar si se es un ciudadano y hay mucho para querer callar si se es gobierno.
El miedo a las posibles consecuencias puede llevar a una de las formas más canallescas y eficaces de la censura: la autocensura.
Insistimos: este proyecto no lo pensó Nelson Mandela y no se va a aplicar en una democracia nórdica. Es una idea de Carlos Rovira y regirá en una provincia en la que casi no queda oposición, hay muy poquito periodismo y no existen los contrapoderes.
En el tema de SUMO “El cieguito volador” Luca Prodan se mete con la visión del mundo que tienen los murciélagos. Hay una línea que dice “Yo estoy al derecho, dado vuelta estás vos”
¿Vivís en Misiones y te importa un carajo la libertad de expresión y que al poder no lo controle nadie?
Entonces yo estoy al derecho.
Dado vuelta estás vos.
Walter Anestiades…