El fiscal Alberto Nisman murió un día antes de ir al Congreso de la Nación a denunciar a la entonces presidente Cristina Kirchner por encubrimiento. Fue una muerte muy oportuna para ella. El filósofo Immanuel Kant decía que “Tuve que eliminar conocimiento para hacerle espacio a la creencia”. Por cierto, para creer que Nisman se suicidó hay que eliminar todo lo que sabemos de su muerte. Incluso, hay que eliminar todo lo que sabemos en general.
Hace exactamente una década el fiscal de estado Natalio Alberto Nisman apareció muerto con un disparo en la cabeza en el baño de su departamento del piso 13 de la Torre Le Parc, ubicada en el barrio porteño de Puerto Madero. Tenía 51 años y se había divorciado de la jueza federal bonaerense Sandra Arroyo Salgado, con la que tenía dos hijas por entonces menores de edad, de 8 y 15 años.
En 2004 Nisman fue designado por el presidente Néstor Kirchner al frente de una unidad especial creada para investigar la voladura de la mutual judía AMIA, ocurrida una década antes. En el verano de 2015 Nisman denunció que la viuda de Kirchner y entonces presidente, Cristina Fernández, estaba encubriendo a los acusados iraníes en la causa AMIA. Esa denuncia, tras la desaparición de Nisman, fue desestimada por la justicia pero fue reabierta a favor del impulso que le dieron la DAIA (Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas) y el ya fallecido juez federal porteño Claudio Bonadío. Durante el gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner, los acusados fueron sobreseídos. Pero en el último diciembre, en el gobierno de Javier Milei, la Corte Suprema confirmó que Cristina Kirchner debe ir a juicio por esta causa.
¿Y la causa abierta tras la muerte del fiscal? En un primer momento, para el fuero ordinario, no hubo intervención de terceros. Pero un año después, en 2016, la jueza actuante se declaró incompetente y la causa pasó al fuero federal. Una nueva pericia, a cargo de Gendarmería Nacional, determinó que Nisman fue drogado, golpeado y ejecutado por al menos dos personas. Por eso, hoy por hoy, la causa se investiga como un homicidio.
“Donde hay poca justicia es peligroso tener razón”, sentenció Francisco de Quevedo, poeta español del siglo XVII. Vaya uno a saber que avances habrá, si los hay, tanto en la causa que investigaba Nisman como en la que investiga su muerte.
Pero, a ver, pensemos un poco: un fiscal que denunció a la Presidente de la Nación aparece muerto en uno de los barrios más custodiados del país. Las imágenes de las 127 cámaras de seguridad de la zona no detectaron nada. Los diez custodios (¡diez!) que tenía asignados, que tardaron doce horas en inquietarse porque su custodiado no respondía a sus llamados, tampoco detectaron nada. Después de su muerte física, algunos oficialistas salieron a pretender matar su reputación (?): el jefe de gabinete Aníbal Fernández dijo que era un “sinvergüenza”, y el senador misionero Salvador Cabral Arrechea dijo, sin prueba alguna, que “Diego Lagomarsino (el perito informático de Nisman) lo mató por celos y dinero”.
Hace mucho tiempo, en medio de una polémica por los bienes de la presidente Cristina Kirchner, le pidieron su opinión al humorista Antonio Gasalla y respondió: «No necesito preguntarle a la Presidenta de dónde salió su riqueza, me lo puedo imaginar».
¿Cómo murió Nisman?
Creo que me lo puedo imaginar…
Walter Anestiades