En los tiempos de la conquista, es bien sabido que el imperio español llegó con la cruz por un lado y la espada por el otro. Sus herramientas fueron muy efectivas (arrasaron con toda raza que se les opusiera) pero esto también les significó numerosas e innecesarias perdidas. Por otro lado, los portugueses cuando llegaron a estas tierras utilizaron otro método, este consistía en cuantiosos obsequios, llamativos para los nativos, que quedaban cautivados por todos estos objetos, uno en particular fue el que mas los atrapó, el espejo. Mediante esta manipulación, los portugueses pudieron hacer y deshacer a placer ya que su táctica fue mas efectiva que la violencia extrema utilizada por los españoles. Podemos decir que los portugueses vendieron espejitos de colores, y a cambio ocuparon todo un territorio que luego sería llamado Brasil.
Hoy dejo de lado el análisis particular del país, para enfocarme en algo mas general. Casi a mediados del siglo XX, la política se enfocaba mas en lo tradicional, era ejercida por unos pocos, tal vez mas pensada para unos pocos y que aun contaba con la absurda creencia que el poder le pertenecía a una u otra dinastía o casa real. Esto comenzó a cambiar en la década el 20, cuando en Italia apareció un personaje infame llamado Benito Mussolini, que, con su discurso cargado de nacionalismo exacerbado, de odio e intolerancia supo ganarse a la sociedad italiana con un discurso cargado de gesticulaciones, de grandes palabras y de poses cuasi payasescas. Una vez electo, Mussolini y su fascismo instauraron un régimen terrorífico y totalitario que sometió a la sociedad italiana, los introdujo en el conflicto bélico más brutal que mantuvo en vilo al mundo entero, lejos de terminar sus días como lo que él creía que se merecía, “Il duce” (así lo llamaban a Mussolini) terminó colgado al revés en una plaza pública, ejecutado por los que alguna vez supieron admirarlo.
Sin embargo, el fascismo no murió con su líder, se expandió como una célula cancerígena, haciendo escala en Alemania, siendo el pupilo de Mussolini nada mas y nada menos que Adolf Hitler, que no solo admiraba el fascismo, sino que lo perfeccionó y lo convirtió en nazismo. Obnubilando al pueblo alemán utilizando el mismo discurso de odio, pero con un enemigo distinto (el pueblo judío) Hitler cautivó a los alemanes y tal como el fascismo, una vez en el poder, destruyó a todo aquel que pretendía oponerse a su totalitarismo. El final de ese infame personaje ya es de común conocimiento, pero tal y como sucedió con el fascismo, el virus no pereció con su creador.
El fascismo emigró a otro continente, el sudamericano, llevándose a cabo con efectividad, pero más decorado y a través de un gran aliado hasta ahora silencioso; el populismo, una corriente política que apela a discursos románticos y a la venta de los “espejitos de colores” mejor decorados y más pulidos, pero con el mismo objetivo, llegar al poder y petrificarse en el hasta que el tiempo en esta tierra asi lo permita. Debe entender usted, que la mejor manera de hacerle creer al votante que uno u otro candidato es “lo mejor que nos pudo pasar porque nos va a salvar del mundo de los monstruos (que ellos mismos inventan)” es a través de grandes discursos atrapantes y cautivadores, con grandes muestras de poder, apelando a lo mas profundo de cada uno de nosotros, siendo el objetivo casi siempre el mismo. Hacerse del poder para nunca más soltarlo.
En un mundo tan dinámico y cambiante como el actual, algunas ideologías o corrientes políticas han quedado relegadas, no porque las sociedades han evolucionado, sino que han sido desplazadas por otras mejores presentadas y mas maquilladas. Lo que hoy vemos como izquierdas o derechas, no son mas que la réplica de los viejos discursos ya mencionados, pero mas actualizadas y mejor orientadas a las nuevas generaciones. Ahora los espejitos de colores se venden a través de los medios no convencionales de comunicación, las redes sociales.
Facebook, Twitter (ahora X), Instagram, YouTube y TikTok son los nuevos campos de batalla discursivos en donde los candidatos “antisistema” vuelcan todo su poderío discursivo y ganan millones de adeptos en cuestión de horas, minutos y segundos. Y todo aquel partido, frente u alianza política que pretenda ser competitivo en alguna futura contienda electoral, deberá utilizar estos medios, de o contrario estará destinada al fracaso. Lo que sucede con las redes sociales, en especial en las mas concurridas, tienen que ver con un fenómeno que acompaña a las nuevas generaciones, la velocidad en la cual se genera el contenido, y cuanto más rápido y efectivo sea el mensaje a transmitir, más crecerán las posibilidades del candidato que mejor sepa utilizar estas herramientas. Hoy en día, las ideologías que mejor supieron explotar las redes sociales son los de centro derecha, asi como también aquellos cuyos discursos si bien son de derecha, ya rozan los extremos, solo a modo de ejemplo, fíjese usted en los excelentes resultados electorales que ha tenido el partido Agrupación Nacional en Francia, un partido cuyo discurso roza lo xenófobo, estuvo al borde de llevarse una victoria, con todo lo que aquello hubiese significado.
A resumidas cuentas y para ir resumiendo, la intención de esta columna es para que no caigamos con tanta facilidad ante la fascinación de los nuevos espejitos de colores que tanto la antigua como la supuesta nueva política intenta vendernos, seamos capaces de reflexionar e indagar sobre las intenciones sobre tal o cual candidato o partido político, ya que siempre mi estimado lector, todo aquel que pretende llegar al poder, cuenta con una clara intención, la diferencia radica en la capacidad que tiene uno u otro de camuflarlas y muchas veces maquillarlas con dulces o fuertes frases o palabras que consciente o inconscientemente queremos oír.