La semana pasada indicaba que era momento de comenzar a calentar motores y atento a este llamado, la escena política se sirvió de viejos conocidos dentro de sus viejas modas. La grieta volvió a aparecer como pidiendo permiso para servirse un vaso de agua.
Las apariciones de algunos actores que ocuparon un espacio político importante o fueron relevantes para el país siempre fueron tomadas como un modelo de orden institucional y político que permitía suponer que los debates hacia adentro de la política y del poder se desarrollan con normalidad. De ahí que, aun habiendo dejado de ser presidente, por ejemplo, Alfonsín o Menem, para no irnos tan atrás, eran consultados permanentemente para conocer su opinión sobre el rumbo del país o valoraciones en determinados temas.
Estas valoraciones tenían mucho interés para la militancia política, la prensa y en ocasiones también para los empresarios que buscaban conocer su mirada de los temas para enfocar sus esfuerzos empresariales en un sentido u otro.
Esto ocurría por varias razones, pero quizás una de las principales tiene que ver con que un partido o frente político al que ellos formaban parte gobernaba el país, con lo cual sus consideraciones serían influyentes o al menos se podía sospechar que retumbarían en el seno del Poder Ejecutivo.
Entonces, bajo esta premisa, esta semana ocurrió un hecho que, si bien se demoró un poco, también fue una representación de aquellos tiempos donde los mayores referentes de las fuerzas políticas se presentaban en actos o en medios de comunicación para emitir sus veredictos sobre la cosa pública. Es así que, por un lado, lo vimos al expresidente Mauricio Macri reunir a su dirigencia y militancia para, ¿refundar el pro?, ofreciendo un discurso que buscó ser pícaro de a ratos y sobrio, todo muy alejado de los tiempos actuales.
Por el otro lado, volcándose a la historia que muchos jóvenes pueden desconocer o la hayan olvidado y bien lejos de Argentina, la expresidente Cristina Fernández de Kirchner, se reunió con representantes que comulgan con su ideología y su comitiva kirchnerista en México para manifestar su posición ante los contextos generales del país y de la región con su particular autoritarismo despótico.
Ahora bien, necesitamos responder dos preguntas, ¿cuál es la distinción principal de estos hechos? Y ¿que habrá hecho Milei para que estos actores regresen?
Es la primera vez que oímos hablar a dos expresidentes en clave bajada de línea, sin tener en claro a quien le hablan, por un lado, porque ninguno de los dos aludidos forman parte del gobierno, con lo cual el mensaje puede entenderse como una expresión de deseo más que el camino en la búsqueda de los fenotipos; por el otro, la presencia de estos actores en la escena pública donde su figura es el centro de atención, es un claro indicador de que las próximas elecciones podrán encontrarse con un Miel promocionando a sus candidatos, los cuales probablemente no estén tan cerca del parque jurásico de la política y por el otro los candidatos de la Grieta.
Como hemos mencionado anteriormente, aunque sea pronto es oportuno comenzar a perfilar las nuevas figuras que podrán representar a las expresiones políticas actuales y que se puedan formar en los próximos meses, de lo contrario tendremos que estar preparados para recibir un Congreso y un Senado de la Nación con mayoría de origen Libertario.
La democracia nos ofrece esta oportunidad de recambios y cambios de época en los nombres de la política, sin embargo, cuando encontramos que los recambios no se producen porque los espacios históricos se cierran en figuras que cuando han tenido la oportunidad no han hecho más que destruir el país podemos intuir que las variantes de “Las Fuerzas del Cielo” y tantas otras expresiones que hablan de algo nuevo fuera de lo conocido se abrirán paso en las contiendas electorales venideras, y que en muchas provincias como Misiones logren algún acuerdo para que los prehistóricos locales vuelvan a ofrecerse como alternativa.
El interrogante que surge es si los históricos partidos políticos que formaron los frentes post 2001, tendrán la suficiente entereza para generar nuevos cuadros que seduzcan al electorado y seguir siendo parte de la oferta política, o serán un oferton de descarte para que luego del paso por las urnas la fecha de vencimiento les ofrezca un retiro voluntario con goce de haberes y sin la posibilidad de integrar un gabinete nacional.
La incertidumbre política dejó de ser un tesoro preciado únicamente para aquellos que se dedican a ella y se convirtió en un bien público, con la diferencia de que en esta oportunidad la angustia que puede generar esta inseguridad que propone el sistema, ya no afecta únicamente a posibles candidatos sino a la sociedad en su conjunto. Con lo cual podemos esperar que nuevas sorpresas puedan aparecer en el horizonte de las urnas electorales.
¿Estaremos preparados?
Alejandro Chini…