Los escándalos en la tierra colorada se han convertido en una constante semana a semana, entre carpetazos, descubrimientos de hechos desconocidos y manifestaciones que pasaron de ser justos reclamos a ser el nuevo origen del mal.
En la semana en que se debían concretar los acuerdos salariales pendientes con la policía y también con los docentes; quedan exceptuados los trabajadores de la salud, ya que ellos sí llegaron a un acuerdo; se desató un nuevo conflicto, pero en esta oportunidad con la agravante de que el gobierno o algunos de ellos se “cansó” y cual niño al que no le dejan jugar a la pelota sus amigos, dijo ¡ya está!, – agarró la pelota y me la llevo a casa—; algo así ocurrió con el ministro de gobierno Pérez que indico la detención de parte de la mesa de diálogo de la Policía de Misiones.
El Ministro de propaganda Joseph Goebbels, tenía a su cargo la gestión comunicacional de los Nazis, para lo cual, sostenía que era necesario crear una mentira y repetirla tantas veces como fuera posible para que de esta manera sea tan grande que la gente la termine creyendo, y así la sociedad dejaría de objetar al gobierno y apoyaría su gestión.
Sirviéndose de este concepto y afirmando un supuesto proceso de desestabilización al estilo operación Valquiria, el Ministro Pérez decidió solicitar a los jueces que se ocuparon de la cuestión policial que ordenen la detención entre otros de su referente más importante, Ramón Amarilla, sugiriendo la inmediatez, puesto que se aproximaba una presunta violenta manifestación que pondría en peligro al gobierno.
Este nuevo y absurdo enfrentamiento evidentemente tiño de dudas la gestión del Gobierno provincial, que obligó al Ministro a realizar una conferencia de prensa en las últimas horas de la noche del viernes, sentando en la mesa al Gobernador, al Presidente de la Cámara de Diputados y a la Presidente del Superior Tribunal de Justicia buscando ofrecer sostén a sus maniobras deliberadamente coercitivas y represoras.
Ahora bien, independientemente del rol que puedan ocupar las demás representaciones políticas en la provincia, debemos preguntarnos, qué pasa hacia adentro de la renovación que no surgen jóvenes líderes que sean capaces de involucrarse en el presunto conflicto y lograr un consenso que no signifique la detención de aquellas personas que desean expresar su disconformidad. Tanta falta de respuestas nos permite preguntarnos lo siguiente:
¿Qué pasó en la política misionera que el surgimiento de nuevas expresiones o la incorporación de nuevos jóvenes o ideas a espacios de debate y decisión se cerró de tal manera que solo deciden unos pocos?
¿En qué momento dejó de ser importante la opinión del pueblo?
Como es posible que los temas centrales dejen de tratarse con seriedad y permanentemente se busquen crear cortinas de humo para distraer la atención mientras se sancionan leyes que alteran la producción, el empleo agrario, la educación y la libertad de expresarse sin terminar detenidos en una comisaria o en la cárcel de Cerro Azul que se convirtió en el reflejo del Helicoide de Venezuela.
Entre tantas alternativas, se escucha la necesidad de construir una oposición que sea capaz de enfrentar al oficialismo, supeditando permanentemente el futuro de los misioneros a una contienda electoral, esto irremediablemente ofrece un extenso margen de tiempo para que aquellos que evidentemente han perdido la brújula de la democracia sigan atentando contra las instituciones como si se tratara de una empresa privada y no del conjunto de los misioneros.
La detención de civiles sin causa, de manifestantes que luchan por sus salarios, la resistencia a la asunción del diputado que debe ocupar la banca de la oposición, el uso de la legislatura para sancionar leyes que protegen e incentivan negocios familiares y ligados al poder, son síntomas de un gobierno débil moralmente y con un enorme desorden institucional interno que pretende atemorizar a propios y ajenos con prácticas que nada tienen que ver con el presente de nuestro país.
La ausencia de un semillero que promueva el debate hacia adentro fomenta la tiranía en quien gestiona una institución o, en este caso, un gobierno. Son responsables de lo que sucede aquellos que toman las decisiones y también lo son quienes permiten que la decisión sea ejecutada. En otras palabras, aquellos que se sentaron en la mesa para darle sustento a las acciones del ministro no son los que están ordenando, sino los que están asintiendo el atropello institucional que lleva la provincia contra los misioneros.
No es momento de esperar a un nuevo llamado a elecciones para tomar decisiones y ofrecer una alternativa electoral, es momento de opinar, cuestionar y en la más pura concepción del respeto expresar la disconformidad de lo que está pasando, de lo contrario aquellos que optaron por el silencio como forma de supervivencia también deberán optar la obediencia como un nuevo modelo democrático.
Alejandro Chini…