La producción de contenidos con el director a la cabeza busca su Martin Fierro, los ruidos y bestialidades legislativas se dan lugar en la provincia donde no importa si sos Diputado, Ministro del Superior Tribunal de Justicia o Gobernador, ya que todo da lo mismo siempre y cuanto los revoltosos conozcan el terror.
Las costumbres políticas argentinas por primera vez sufrieron un sacudón. Tan fuerte fue este evento que traspasó los límites de la popular Avenida General Paz de la ciudad Autónoma de Buenos Aires, logrando incluso llegar a la lejana provincia de Misiones. Este sacudón a manos del fenómeno Milei provocó un conjunto de sensaciones en una sociedad malacostumbrada a tener que pensar y sentir en clave Frente Renovador de la Concordia.
Esta libertad de pensamiento que agitó al pueblo fue el germen de un nutrido grupo de espectadores, donde algunos pasaron a ocupar el rol de opinólogos digitales y otros a fijar posiciones en un tono auténtico y lo suficientemente claro para no precisar ser parte de un partido político para molestar.
Una educación en clara deficiencia, la salud pública que atiende solo en la capital provincial, el empresario privado que para invertir sabe que debe depositar su esfuerzo primero a rentas provincial, los índices de pobreza e indigencia ofrecidos por el INDEC, que han ubicado a la provincia en el quinto lugar más pobre del país y una oposición invisibilizada y atacada permanentemente, son la sustancia de algo que huele mal y promueve la protesta permanente.
La búsqueda de criminalizar todo tipo de protesta por parte de los trabajadores del estado, de ir más allá de cualquier indicio de justicia respecto a la gravedad o no de los hechos del caso Kiczca y la evidente dificultad que significa controlar una tropa que hace dos elecciones se pregunta: ¿cuándo será su turno de gestionar el estado?. Que además mira preocupada que la constante compra de cuadros políticos opositores relega sus aspiraciones, son algunos de los hechos más relevantes que dieron lugar a la aberrante Ley sancionada el último jueves que pretende bajo una normativa partisana perseguir a propios y extraños.
La llamada “Ley Mordaza”, que fue defendida por los oficialistas Diputados Anazul Centeno y el diputado Rafael Pereira Pigerl, quienes utilizando un discurso teñido de hipocresía que peticiona paz en una tierra que no construye disidencias debido a la actitud monárquica de sus superiores, no son más que las palabras de fulleros, disciplinados y arrastrados, que buscan ser la voz que adoctrine a todo aquel que desea cuestionar o poner en duda una acción del ejecutivo.
Mediante la doctrina del terror se busca interpelar a todo aquel que tenga la voluntad de pensar demasiado, al punto de querer enfrentar el destino que el gobierno ha decidido introducir en la vida de los misioneros.
Sucede que una serie de hechos vinculados a la falta de diálogo, el menosprecio por las instituciones y una poderosa voluntad de cambio en los misioneros fueron el caldo de cultivo suficiente para que los que no recuerdan la diferencia entre una calle de tierra y una asfaltada comiencen a darse cuenta de que su tiempo se empieza a acabar. Estas declaraciones, que perturban al oficialismo y sugieren que son palabras desestabilizadoras, son las expresiones que los dictadores usan a menudo para justificar sus próximas cancelaciones.
Esta decisión que amenaza las libertades individuales y sostiene que el pueblo misionero es un conjunto de brutos degenerados que precisa, bajo el miedo, ser conducidos; nos invita a suponer que el problema no se encuentra en la sociedad ajena al gobierno, sino en la vida interna del mismo frente renovador que atraviesa quizás una de las discusiones de liderazgo y conducción más profundas desde su creación.
Es que desde la creación del Frente Renovador de la Concordia en el 2003, en la cual se buscó crear la idea de algo nuevo y que fue una carrera sin escalas para quienes aprovecharon su posición para pasar de pobres a millonarios, dejo de ser la meca para los de moral distraída y comenzaron a cuestionar a la conducción, al punto tal, que se conoció que las distintas manifestaciones fueron movilizadas por quienes solían ser soldados del Presidente del Partido de la Concordia Social.
Esta insurgencia provocó que la Ley Mordaza sea sancionada sin debate previo y a oscuras de la sociedad, lo que en principio significo una sospecha de algo terrorífico; termino demostrando que fue logrado en esta forma debido a la torpeza legislativa y ausencia de información jurídica por parte de los diputados oficialistas que redactaron el proyecto, quienes a riesgo de ser humillados sancionaron esta ley entre gallos y medianoche.
La urgencia de contar con una jerarquía dirigencial y formada resulta prioritario, para el presente y futuro de la provincia, la cual debe garantizar la aplicación de las leyes que emanan de la Constitución Nacional y Provincial para evitar que se sigan creando herramientas que pretenden quitar derechos, provocar temor en la sociedad además de un profundo estado de indefensión que únicamente preocupa a los misioneros de las grandes ciudades; es decir que nuevamente volvemos a hablar de leyes que son diseñadas para controlar la opinión de los conglomerados urbanos.
El silencio que nos trajo hasta aquí será el escandaloso tronar de un gobierno que cruje por sostener sus comodidades esperando ser reelegidos en un próximo periodo. La ausencia de diálogo ofrece un camino para una alternativa de gobierno.
¿Podrá surgir una nueva expresión política?
Alejandro Chini…