El peronismo es un partido político con mucha tradición y con un presente preocupante. Nació en el 1945 en argentina estrechamente ligado a la figura central de Juan Domingo Perón, quien fue tres veces presidente: dos presidencias entre 1946 y 1955 y una tercera desde 1973 hasta su muerte en 1974. Pero más allá de todo, están aquellos que consideran al peronismo como un movimiento filosófico, una forma de vida y de interpretar las realidades sociales defendiendo la justicia social.
Es innegable que la subsistencia en el tiempo como una opción o alternativa electoral ha generado una relación casi enfermiza con un determinado sector social. Es que desde el regreso la democracia en 1983, las urnas, mediante el voto determinaron que gobernaran dos presidentes radicales y cuatro peronistas: Raúl Alfonsín, casi seis años; Carlos Menem, diez; Fernando de la Rúa, dos; Néstor Kirchner (NK), cuatro; Cristina Fernández de Kirchner (CFK), ocho. Mauricio Macri (MM), cuatro. Y Alberto Fernández (AF), cuatro. Es decir, que, en diferentes versiones, pero de los últimos 40 años, el peronismo gobernó y tomó las decisiones de las políticas públicas y económicas del país durante casi 28 años.
Algunas de las palabras claves que pueden definir el proceso político de esas casi tres décadas: poder, inflación, abuso, excesos, fracasos, victorias electorales, enfrentamientos, ilusiones y sueños truncados, pobreza, hambre, miseria, empleabilidad, crisis, estatizaciones, reformas del sistema jubilatorio en desmedro de los adultos mayores, militancia, fanatismo, persecución, corrupción, entre otras tantas.
Aun así, es la identidad popular más que más ha persistido a lo largo de la historia política argentina, los recuerdos en el inconsciente colectivo argentino están estrechamente ligados a la filosofía peronista que practicaba y aplicaba Juan Domingo Perón, quien pregonaba: “El que gana conduce el que pierde acompaña”, “Para un peronista no hay nada mejor que otro peronista. Todo aquello pareciera haberse derrumbado como un castillo de arena construido en una palaya aproxima a ser azotada por un terremoto.
Y vaya si han cambiado las cosas, tal es así que esos preceptos claramente han quedado en el olvido, el Alzheimer de la doctrina peronista se ha agravado. El paso de las décadas ha desdibujado, menoscabado la mentalidad y la filosofía “peronista” ¿Dónde han quedado aquellos que defendían la voluntad del pueblo a expresarse en las urnas?
En principio, debemos remarcar que la última y única elección interna en el Partido Justicialista Nacional se concretó El 9 de julio de 1988, el PJ eligió por primera y única vez su fórmula presidencial a través de una interna. La compulsa fue entre Carlos Menem-Eduardo Duhalde contra Antonio Cafiero-José Manuel de la Sota. Es cierto que en aquella oportunidad estaban en juego cargos electivos, candidaturas, y no cargos partidarios. Dado que Jamás el Partido Justicialista nacional resolvió en internas con participación de sus afiliados las autoridades partidarias en sus casi 80 años de existencia.
En la actualidad, tal parece que el peronismo volverá a negarle a sus propios afiliados el derecho a una elección, hecho fundamental de la democracia que dice defender: pero el no permitirle a sus afiliados definir las autoridades partidarias mediante en las urnas, es la prueba fehaciente que convierte al partido justicialista en una enorme y vergonzosa contradicción que se manifiesta seleccionado a sus representantes a “dedocracia”.
Habría que darle la opción a los afiliados de expresar su voluntad, aunque empanizando con ellos, no es tan simple optar por una la lista: “La Patria Primero, encabezada por Cristina Fernández de Kirchner, que en los próximos días recibiría una mala noticia porque la Cámara Federal de Casación confirmaría su condena a seis años de prisión e inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos por defraudación al Estado en la causa Vialidad.
Y por otro lado, tampoco es sencillo optar por la lista- en caso de que La Junta Electoral le reconozca los avales-, a “Federales”, cuadro encabezado por Ricardo Quintela gobernador de La Rioja, que sin despeinarse y sin sonrojarse somete a los riojanos a recibir la única cuasi moneda del país “Los chachos”, emitidos por el gobierno riojano para abonar sueldos estatales y así evitar las políticas de austeridad que lleva adelante el gobierno de Javier Milei.
Todo lo antes expuesto, nos lleva al realización de un interrogante ¿Aquellos que relatan abrazarse a sociedades libres y democráticas; puertas adentro de su propio partido político tales hechos democráticos son impracticables?
Diego Salazar…