Lentamente, se comienzan a perfilar algunas intenciones basadas en el calendario electoral y las provincias, con sus distintos esquemas electivos, pondrán en juego las bancas oficialistas y opositoras.
Aunque la libertad, el comercio y toda expresión que refiera al mundo libre que se hizo popular en los últimos meses en la figura de Javier Milei, las cosas que se resuelven en las urnas se siguen debatiendo de la misma forma en un país que por más que a veces es volátil con su voto, aún sigue apostando a la democracia como modelo de administración.
¿Pero qué sucede puertas adentro?
Esta pregunta que nos hace pensar si veremos muchos mileis en la oferta electoral o únicamente muchas versiones tratando de parecerse al polémico Presidente.
Nos acostumbramos a que el que encabeza el ejecutivo nacional traza una línea y, a medida que comienzan a calentar motores, rumbo a nuevas elecciones, empiezan a florecer las alternativas que buscan representar algo, una idea o una alternativa.
Sin embargo, cuando hablamos de alternativas en un país que en poco tiempo destruyo los partidos políticos creo frentes con fines netamente electorales y puso al servicio de la cosa pública las costumbres más miserables de la humanidad en pos de denigrar y desacreditar a los candidatos; sumado a que actualmente hay tantos frentes abiertos y cuestiones económicas por resolver, para lo cual será complejo encontrar un representante que al menos logre explicar cómo resolvería la cuestión de la educación, o la salud, o la deficiencia del transporte, las enormes desigualdades del NOA y NEA respecto al país central que son problemas de larga data, o más grave aún, quien será el responsable de enfrentar el modelo unitario que se gesta en la Casa Rosada desde la asunción del nuevo presidente.
Por más que sea pronto aún hablar de candidaturas y expresiones que aglutinen un concepto, estamos en épocas en las que se deben comenzar a evaluar los fenotipos –son las expresiones en forma física de las características de un individuo de cualquier especie– electorales vigentes y que podrán formarse con el paso de los meses.
Aunque el calendario electoral aún no se definió si hay pautas preestablecidas según el último esquema electoral, sumado a las particularidades de cada provincia, que de una u otra manera deberá definir sus candidaturas provinciales y las nacionales si persiste la ley PASO, es decir, que es esperable que en los próximos meses las provincias comiencen a fijar fechas de elecciones.
Mientras esperamos estos llamados, es bueno repasar que el Congreso Nacional deberá elegir 127 Diputados y el Senado de la Nación 24 Senadores, esta contienda quizá pueda ordenar o quizás pueda terminar de romper los armados que se concibieron post fracaso político argentino del 2001 que derivo en los frentes electorales de dudosa reputación.
El problema que se presenta en lo inmediato, es la falta de diálogo puertas adentro, esto no quiere decir que no existan conversaciones entre algunos actores de la oposición, sino que algunos actores dialogan entre sí con el fin de negociar con los oficialismos y de esta manera garantizar que nada cambie, o que los intereses personales permanezcan intactos.
Entonces, los inconvenientes no son únicamente la falta de personalidades que puedan unificar demandas sino la inmoralidad y promiscuidad que inunda la vida de la dirigencia que conoció el placer del poder o la obediencia al poder y en un escenario en el cual los mayores heridos pueden ser los que se sirven del estado la oferta para renovar los nombres en las candidaturas y refrescar las ideas se vuelve cada vez más pequeña.
Por lo tanto, atento a esta breve descripción es de esperar que los especuladores sigan aguardando los pasos del presidente para tomar un camino o las decisiones de los gobernadores para comenzar la travesía que significa nuevos diálogos y tratar de que los “Fenotipos” puedan encontrarse en al menos dos ideas comunes.
El contexto actual no puede proponer alternativas de debate basadas en estar de acuerdo o no con los oficialismos, al menos en los que dicen representar a la oposición. La fuerte demonización de la política y la prueba de enormes irregularidades en la administración de la cosa pública presupone la urgencia de que para ordenar este país es imprescindible que los iguales encuentren puntos en común y que los debates se logren confrontando posiciones de fondo y no con mezquinos análisis ligados a caprichosos capangas.
Alejandro Chini.-