Los días más felices siempre son aquellos en los que sentimos que logramos lo que buscamos: el trabajo, esfuerzo y dedicación nos ubican donde queremos estar. En definitiva, aquello que pensamos que sería bueno para nosotros se cumple y nos convencemos de que hicimos todo bien.
¿Pero… estamos convencidos de ello?
Luego de tres meses de idas y vueltas respecto a la banca, que quedó desocupada por la expulsión del diputado Kiczka y un conjunto de supuestas averiguaciones en busca de un antecedente de cómo proceder ante la expulsión de un diputado. El tribunal electoral de la provincia de Misiones por fin llegó al final del reality y el escaño será cubierto por el diputado Javier Mela, que deberá asumir en la próxima sesión del 10 de diciembre.
Esta discusión permitió tener ocupada a la oposición en temas partidarios mientras el oficialismo enjuago el acampe de mayo, desvió la mirada que se había puesto en los supuestos bio-insumos, floreció el sospechoso negocio de las cuotas de carbono, sancionó la Ley Mordaza y designó jueces.
Sucede que, en la tierra sin mal, ocurre algo particular en el ámbito de la política, que muchas veces se derrama al resto de la sociedad civil. El gobierno provincial, cometiendo abuso de su mayoría, permanentemente toma decisiones en un solo sentido, el que les parece y conviene. Este sentido no responde a un deseo de acción política, sino más bien al deseo de algún dirigente que pretende imponer su pensamiento único o su visión de las cosas.
Este fenómeno que se vive en la provincia, y que mayoritariamente se profundizó en los últimos años es lo que la psicología define como Síndrome de Indefensión Adquirida; esto ocurre cuando una persona sana mantiene durante mucho tiempo una relación de violencia en cualquiera de sus formas, dónde nada de lo que se hace tiene el efecto esperado, termina por no saber cómo actuar. Esto provoca desaliento, pérdida de confianza en sí mismo y otros efectos impredecibles.
Esta definición psicológica nos ayuda a comprender algunas acciones que se vienen desarrollando en el marco de la política misionera. Si bien, hay vivos que, apoyados por este contexto aprovechan la oportunidad para negociar con el oficialismo, hay otros, la mayoría, que sufren esta violencia institucional.
Prueba de ello es que luego de reiterados reclamos de las partes involucradas en torno a la toma de posición de la banca en cuestión, muchos actores de la política incluso diputados y dirigentes de distintos sectores, celebraron la decisión del gobierno de cumplir la ley, casi como si tenían derecho a no hacerlo.
Esto responde a al menos dos elementos: un fuerte sometimiento en el cual se desconoce los límites de la ley y por consecuencia las obligaciones y responsabilidades de ello a raíz de una oposición que entendió que tiene lo que se merece por decisión del oficialismo; o una fuerte complicidad política entre oficialistas y opositores que no buscan mejorarle la vida a los misioneros, sino acomodar sus necesidades personales.
Cualquiera sea el caso, estamos hablando de un escenario que exige una urgente revisión de los actores de la política del oficialismo, que evidentemente tantos años en el poder ha contribuido con su indigna interpretación de la ley y los alcances de ella. Junto a una oposición que no se ha actualizado o ha decidido pasar desapercibida en los últimos años, y han garantizado que transitemos por la oscuridad institucional más aberrante de los últimos 25 años.
En buena hora, el Diputado Javier Mela asumirá el cargo en la próxima sesión; sin embargo, sería infame creer que lo han hecho por un favor del oficialismo, y que la demora se debió a la falta de antecedentes. La historia sirve para comprender de dónde venimos, pero también para recordar cómo se hizo antes y en este caso recapitular la historia para entender cómo se procedió ante la expulsión del Diputado Mario Cappagli y la asunción de Pedro Marinoni Barboza.
Atento a ello, y a la costumbre de mostrarse inocentes de cómo proceder ante determinados actos, es que resulta apropiado comenzar a encontrar figuras con capacidad suficiente que hagan escuchar su voz y con aptitudes de diálogo reales. De lo contrario, nos encaminaremos a una nueva elección donde se repetirán los actores o, más grave aún, vendrán peores que lejos de defender a los misioneros, buscarán cuadrarse ante el primer gesto de violencia del dominador.
¡Ánimo! No es el fin de un tiempo ni el comienzo de otro, simplemente es justicia.
Alejandro Chini…