El deseo de transformación de un soñador, es el argumento de sometimiento que encuentra el tirano, amparado en la confusión que significa cambiar se esconden las oscuras intenciones de aquellos que ven el camino libre mientras estamos distraídos.
A veces nos encontrarnos en nuestro camino a los soñadores que impulsan de uno u otro modo los deseos de cambio… de transformación, los cuales por el mismo impulso logran subir a esta ola transformadora a tantos que comparten esta visión como aquellos que ven la oportunidad de encuadrar sus intereses de dudosa sanidad.
Este impulso purificador que sostiene el presidente Milei, que engloba atributos de distintas épocas del país, es una bomba de tiempo administrada cautelosamente, por lo que él ha definido las fuerzas del cielo, aunque más que del cielo son de la tierra y se parece mucho a lo que ya vivimos. Un ensamble notable entre la prepotencia del kirchnerismo y la barbarie del menemismo sazonado con la ambigüedad de los mercenarios, que en la actualidad ya no son los de siempre, sino la nueva generación de mercaderes de la política.
Este nuevo concepto ha hecho que algunos vean la oportunidad para negociar votos. Y otros, aun con más perversión, vayan tomando decisiones peligrosas para la vida de los civiles y también para la vida política.
Es que desde hace un tiempo y con tanta libertad, diría con un deseo rabioso de sometimiento, de la mano del presidente del Frente Renovador y del Ministro de Gobierno Marcelo Pérez vemos como en tándem transcurren sus días controlando la vida privada de las personas, mediante diferentes tipos de multas y centralizando los problemas de la sociedad en el 911, al punto tal que hasta las organizaciones paralelas al estado de notable tarea social ven como sus esfuerzos por sostener su compromiso comienza a ser amedrentado.
Del mismo modo, pero atentando directamente contra las instituciones y con la inocente malicia de quienes apoyan una supuesta transformación orgánica podemos seguir el relato de la cámara de diputados. Desde donde ensayan los voceros del oficialismo, aquellos que han propuesto la expulsión de un diputado y como castigo inmediato la quita de la banca a la oposición, como si se tratara de una banca personal.
Esta ambigüedad en el concepto de los escaños en los cuerpos parlamentarios solamente demuestra que aquellos que la ocupan creen que les pertenece y por la sola razón de ser diputados se encuentran en un lugar de superioridad moral e intelectual, que, por un lado, nadie los puede objetar y por el otro lo que dicen y deciden es un mandato celestial que debe ser sancionado con el escarnio público a quien no lo cumpla.
Esta tiranía que emerge de la supuesta libertad que ofrece el impulso transformador deja en evidencia que las instituciones de control al menos en Misiones son débiles por sus ejecutores y no por sus normas. En otras palabras, cada vez que los requerimientos de algunos pocos se corporizan se vuelven realidad dando lugar a peligrosas costumbres que terminan siendo el nuevo modelo de estado, que como decíamos anteriormente se parece mucho a otras épocas, muchas de las cuales sugieren dejar de cuestionar como ocurrió cuando pusieron a los señores de botas y autos verdes a custodiar la libertad de expresión.
La firme idea de la renovación de impedir la asunción del diputado que debe reemplazar al expulsado Kiczka reviste de gravedad y fija un precedente negro para la provincia, el síndrome del emperador que se evidencia en este acto perverso debe poner en alerta a la sociedad en su conjunto puesto que para que las libertades individuales que nos trajeron hasta aquí puedan subsistir es imprescindible que los déspotas tengan un freno.
Ante tanto ruido autócrata alrededor, nos conviene empezar a crear una alternativa donde los cínicos y los oportunistas no firmen los avales y los soñadores tengan escrúpulos.
Alejandro Chini…