La pedofilia es un tema sumamente delicado que debe abordarse con la mayor responsabilidad, ya que las personas más vulnerables en esta situación son los niños. Cuando hablamos de pedofilia, nos referimos a un trastorno psicológico en el que una persona siente atracción sexual hacia niños o niñas prepubescentes.
Algunas características de los pedófilos incluyen distorsiones cognitivas, es decir, pensamientos erróneos que utilizan para justificar su comportamiento. Otro aspecto común es la baja autoestima, lo que les lleva a no sentirse capaces de relacionarse con adultos. Además, muestran una preocupante falta de empatía, lo que les impide reconocer o simplemente ignoran el daño emocional y físico que causan a los niños.
Una conducta alarmante es la manipulación, conocida como grooming, donde el abusador utiliza medios de comunicación para ganarse la confianza del niño y obtener información, fotos o videos. Los niños, al no ser conscientes de las verdaderas intenciones del abusador, y por miedo a las amenazas o castigos, continúan el vínculo con el agresor.
Es importante destacar que la pedofilia es un trastorno psicológico grave que a menudo presenta comorbilidad con otros trastornos, como los de la personalidad, la psicopatía o el trastorno antisocial de la personalidad. En muchos casos, no se puede «corregir» la pedofilia, aunque ciertos tratamientos cognitivo-conductuales pueden ayudar a establecer reglas, principios morales y éticos, corregir pensamientos distorsionados y controlar los impulsos. Estos tratamientos suelen acompañarse de medicación para disminuir el deseo sexual.
La mejor manera de proteger a los niños es a través de la prevención:
- Educación y Conciencia: Es fundamental enseñarles a los niños sobre los límites personales y la importancia del consentimiento. Deben entender que tienen el derecho de decir «no» y respetar cuando otros también lo hagan. Además, deben poder identificar y reportar situaciones que les resulten inusuales o incómodas.
- Control Parental: Es esencial supervisar los contactos y actividades de los niños en redes sociales y páginas web, así como educarles sobre los peligros de compartir información personal con desconocidos.
- Capacitación de Profesionales y Educadores: Los docentes, quienes tienen un contacto cercano con los niños, deben estar capacitados para identificar signos de abuso en su comportamiento y proceder con las denuncias correspondientes.
- Promoción de la Salud Mental en el Hogar: Fomentar un entorno sano tanto en el hogar como en la escuela es crucial. El niño debe crecer en un ambiente de respeto, donde se sienta seguro y apoyado. Los padres deben estar presentes, estableciendo reglas y límites claros que todos deben cumplir.
En definitiva, la prevención de la pedofilia requiere un enfoque multifacético que incluya la vigilancia, la capacitación y el acceso a espacios de contención psicológica, incluyendo a la familias amigos y docentes.
María Selene Bortolotti..