Un escándalo por unos cuantos dólares no declarados desato un nuevo sálvese quien pueda, y detrás de esa máxima, la crisis política abrió la ventana de lo que se podría convertir en un nuevo gran hermano, esta vez producido por el kirchnerismo.
El 2024 se va despidiendo y como no podía ser de otra manera en Argentina, lo hace con un conflicto que escalará según la habilidad de los que tienen el mazo en este momento y puedan administrar los recursos con los que cuentan. Quizás cohesionándose detrás de la figura de Cristina o bien construyendo un nuevo relato que encontrara sustento en los hechos que vayan sucediendo, por ejemplo el caso Kueider.
La sesión que se desarrolló la semana pasada en el Senado busco a toda velocidad demostrar que se pueden tomar decisiones sin necesidad de contar con una ley que limite el ingreso a cargos públicos a los inmorales y que Ficha Limpia no es importante. Detrás de este confuso episodio donde el kirchnerismo ofendido por el paso de un senador propio a las filas de las fuerzas del cielo, forzó una votación que ofrecía un incendio controlado. Es decir, la expulsión de uno que se fue y recuperar ese voto fundamentalista sin poner en riesgo la presencia de otros senadores propios que aún deben rendir cuentas ante la justicia.
Además de vivenciar un movimiento propio del kirchnerismo, en el cual se buscó expulsar a Kueider pasando por alto todas las nociones del debido proceso judicial y el oficialismo evaluando en todo momento la conveniencia de esta acción aun teniendo una clara minoría en el Senado, se vio a los miembros de las fuerzas aliadas al gobierno tratando de instalar la necesidad de expulsar también al Senador Parrilli. Quizás vieron la oportunidad para expulsar a todos los que tienen una deuda con la justicia y la sociedad, dejando claro que en el medio ellos son los decentes.
Sucede que mientras esta sesión se llevaba adelante, aparentemente se dejaron la Constitución Nacional en las oficinas parlamentarias, puesto que desconociendo que el Presidente no se encontraba en el país, con lo cual además de desarrollarse una sesión para expulsar un senador sin un juicio previo también ignoraron que la vicepresidente no podía presidir la convocatoria.
Este escenario desnuda la falta de comunicación interna o el inicio de una nueva sociedad política que aún no fue presentada entre las facciones del oficialismo y las distintas expresiones de la oposición. En consecuencia, no queda claro si es el resultado de una estrategia oficialista o simplemente la habilidad de quienes durante 20 años administraron el poder en el país y encontraron una pequeña fisura en el oficialismo que como filtración de otoño buscaron socavar las bases de un gobierno que no termina el año suficientemente amalgamado.
La constante reivindicación del presidente respecto a tener una agenda distinta a la que sostiene la Vicepresidente promueve un escenario en el cual los que buscan recrear una escena semejante a la del 6 de octubre del 2000 con la renuncia de Chacho Álvarez resulta preocupante o al menos debería resultarlo para quien gobierna con un parlamento en minoría y tomo la errónea decisión de interpretar que su rival a vencer es el kirchnerismo.
Los aliados, fustigados por los constantes reproches y asumidos en la necesidad de comenzar a cuadrar sus provincias en torno a no perder sus bancas, comienzan a redefinir sus posiciones y reconsiderar la conveniencia de acompañar un gobierno que los desacredita asiduamente. Esta situación debería alarmar a los constructores regionales más aun sabiendo que a mayor distancia del poder central la necesidad de unir fuerzas alejadas del gobierno unitario crece según el volumen del maltrato, como ocurrió en 2015 con la por entonces presidente Cristina Kirchner y luego con el presidente Mauricio Macri en 2019.
El afán por ser parte del centralismo gobernante ha hecho que algunos senadores que ingresaron con la actual oposición, es decir con la boleta del Kirchenrismo, se vuelquen a Las Fuerzas del Cielo para garantizar su sostenimiento financiero local, como lo han hecho los Senadores Carlos Arce y Sonia Rojas Decut. Sin embargo, atendiendo que en pocos meses atravesará la provincia un proceso electoral local, no deberíamos sorprendernos si de pronto el oficialismo provincial vuelve a volcar sus esfuerzos en una alianza con el Neo Peronismo, y el blend, en realidad, tenga tintas kirchneristas y libertarias según la ocasión.
En este confuso escenario propiciado por el efecto Milei más pronto que tarde, los distintos partidos se irán acomodando en un lugar u otro, el problema es que quizás los sellos se acomoden, aunque quizás los dirigentes lo hagan en otro sentido, dotando de enorme inestabilidad política y social más allá de la admiración por los buenos números que la gestión busca explicar.
Un viejo refrán recuerda que “ningún mar en calma ha hecho experto a un marinero”, y aunque el gobierno nacional crea que tuvo un año tormentoso, realmente ignora que la tormenta la sufrieron los argentinos.