Mientras el país se desangra en debates económicos, tarifazos y reformas que no reforman, hay un escenario en ebullición que promete convertirse en la batalla más cruda de los próximos tiempos: la provincia de Buenos Aires. Porque más allá de lo que se vote en 2025, la disputa que ya se cocina en el conurbano no es sólo electoral: es profundamente ideológica.
Se dirime si se mantiene un modelo que lleva seis años en el poder provincial —pero décadas de hegemonía en la lógica política— o si finalmente desembarca, con fuerza real, el experimento libertario de Javier Milei.
Axel Kicillof se convirtió en el último bastión institucional del kirchnerismo duro. Gobernador a fuerza de militancia y relato, supo capitalizar la estructura del PJ bonaerense y ponerla al servicio de un discurso que sobrevive mejor en los actos que en la calle. Con una provincia quebrada, un sistema educativo colapsado y una inseguridad crónica, el gobernador logró algo que parece contradictorio: consolidar una imagen de “gestión sólida” sin mostrar resultados tangibles. En gran parte, gracias al blindaje narrativo de la militancia y la fidelidad de los intendentes, más preocupados por sostener sus propios feudos que por reformar algo.
Del otro lado, el mileísmo se frota las manos. Apuesta a copar el segundo anillo de poder político del país. Pero no le resulta tan fácil: la lógica de los punteros, los sindicatos territoriales, las cooperativas atadas con alambre y la cultura de la dádiva diaria son terreno hostil para el discurso de “la motosierra”. Milei tiene un desafío: lograr que su mensaje llegue más allá de Twitter y de los auditorios universitarios. Necesita un candidato que no solo recite sus slogans, sino que entienda el barro bonaerense y sepa moverse entre barones y balas.
Ambos frentes arrancan la contienda con conflictos internos. Por un lado la Libertad Avanza, que luego de la gran performance en la capital nacional, logro atar al PRO que no quería caer nuevamente en la imagen de partido olvidado y decidio cerrar filas puertas adentro, decidiendo llevar como candidato de la primera sección al actual intendente de 3 de Febrero, Diego Valenzuela, reconocido como el primer intendente violeta luego de dejar el partido de los globos amarillos justamente. Por el lado del PJ la interna entre Kiciloff y Cristina, derivó en que quien se encuentra en uso de la tobillera electrónica, no pudiera imponer a sus candidatos, por lo que el ya conocido Katopodis, encabeza la lista de la primera sseccion electoral, mientras que en la tercera, donde la condenada iba a ser candidata, la elegida es Verónica Magario, actual vicegobernadora de la provincia de Buenos Aires. La candidata de Cristina, Mayra Mendoza -actual intendenta de Quilmes- apenas pudo colarse en un tercer lugar de la lista y casi reafirmando que su candidatura no será testimonial.
La discusión de fondo es esta: ¿puede el conurbano desconectarse del cordón umbilical del asistencialismo estatal? ¿Está dispuesta la sociedad bonaerense a bancarse un ajuste de verdad, cuando por años vivió del parche perpetuo? O, por el contrario, ¿seguirá eligiendo el relato de los que administran la pobreza como forma de poder?
Las encuestas más recientes marcan un empate técnico, entre el frente de La Libertad Avanza y el PJ, con una leve ventaja por parte del oficialismo nacional. Kicillof lo sabe. Por eso arma su reelección con tiempo, anticipa la confrontación nacional y se presenta como el polo opuesto al “caos libertario”. Quiere ser el faro del progresismo argentino, aún cuando los datos de la realidad lo contradigan día a día. En su discurso no hay inflación, ni pobreza, ni escuelas destruidas. Solo un Estado presente que nadie ve.
Lo cierto es que lo que ocurra en la provincia de Buenos Aires no será solo una elección de medio término. Será un plebiscito entre dos formas de entender el Estado, la política y la vida en sociedad. Y de cierta manera marcará la cancha de lo que ocurra de aquí a Octubre, casi animándonos a decir que entramos en una suerte de PASO. Porque lamentablemente y con discusiones que permanecen de manera constante, lo que pase en la provincia de Buenos Aires, termina decidiendo el destino del país.
Bryan Villalba…
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️ “La nueva estafa política”: Eduardo Reina critica las listas testimoniales, la falta de propuestas reales y la resignación del electorado. “El Congreso no es un club de teatro”, advierte en una columna sin filtros. https://t.co/CZw9PD7dBB
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