La cremación de los difuntos, si bien fue prohibida por la Iglesia católica durante muchos años, es una costumbre en las grandes ciudades. Ahora optan por este procedimiento el 60% de las familias de los difuntos. En Posadas varias parroquias tienen sus propios cinerarios.
El padre Alberto Barros, párroco de la Iglesia Sagrada Familia de Posadas, dialogó con “Primera Vuelta” de Radio Up 95.5 y explicó “Los motivos más comunes por los que las familias eligen los cinerarios parroquiales son el costo de los cementerios, los trámites y la posibilidad de tener un lugar donde ir a rezar por los seres queridos”.
Los cinerarios, en general pueden ser una bóveda donde se depositan las cenizas de las cremaciones, pero si se encuentra en una parroquia, se agrega la dignidad de los restos desde la concepción cristiana. El conjunto se constituye así en un espacio sagrado, tanto desde lo conceptual como por el ámbito en el que se encuentra.
“Es importante destacar que para empezar a hablar de la muerte, primero tenemos que referirnos a la fe en Cristo resucitado y la promesa de vida eterna para todos. Sin esa fe, se nos haría difícil comprender el porqué de estos lugares, que son una respuesta a una costumbre que ha ido creciendo en los últimos años en todo el mundo, también aquí en nuestra provincia, que es sobre todo en los centros urbanos. La experiencia de la cremación como una forma nueva de disponer de los restos materiales corporales de un ser querido y los cinerarios surgieron como una respuesta para todas las familias que han hecho esta opción o la persona que le pide a sus familiares que a la hora de fallecer sigan este camino”, dijo el Padre Barros.
Por otro lado, explicó que “lo que se pretende con un cinerario es un espacio donde poder renovar nuestra fe en Jesucristo resucitado, reafirmar la certeza de vida eterna de nuestros seres queridos, un lugar para hacer una memoria agradecida de los que han fallecido, sabiendo que en ese lugar quedan los restos materiales, corporales de ese ser querido como un signo de su paso por este mundo, con todo lo bueno que nos ha dejado y en la certeza de que hoy viven junto a Dios”.
La celebración de depósito de las cenizas se realiza todos los días viernes en la Parroquia Sagrada Familia de Posadas. Primero se realiza una charla con los familiares, un compartir en el patio con todos los participantes y luego una misa. “Pueden participar familiares, amigos y todas las personas que quieran participar. En la inmensa mayoría de los cinerarios se colocan sueltas las cenizas de quien falleció, en la Parroquia optamos por una modalidad distinta, que es entregarle a cada familia una bolsita de tela donde la familia escribe el nombre de quien ha fallecido, se lo escriben, lo pintan, lo bordan, a veces hacen dibujos o imprimen la foto de quien ha fallecido”.
La cultura en torno al tema de la muerte ha cambiado mucho en los últimos años. La práctica pastoral de la cremación, permite, por un lado, retomar la tradición de unir el eterno descanso de los fieles difuntos con el templo; y, por otro lado, propone otorgar al lugar donde reposan los restos de quienes han sido consagrados por el bautismo, la sacralidad que le corresponde, de acuerdo a nuestra fe en la vida eterna y a nuestra esperanza en la resurrección final.
La recomendación de la Iglesia Católica de la creación de más cinerarios en las grandes ciudades se basa en que “muchas familias no saben qué hacer con las cenizas de los suyos en sus casas, después de haber pasado los primeros impactos del duelo”. También, porque muchas veces se depositan en lugares inapropiados para un cristiano, como por ejemplo en el mar, en algún lago o río.
En Argentina, el primer cinerario fue construido con forma de pila bautismal en el atrio de la parroquia Todos los Santos y Ánimas, en la Arquidiócesis de Buenos Aires en 2002. En nuestra diócesis de San Isidro ya son muchas las parroquias y/o Capillas que cuentan con el Cinerario y una pastoral de acompañamiento.