Tanto YPF como Axión y Shell confirmaron los aumentos. Puma planea hacerlo en breve. Se dió al mismo tiempo que la postergación del aumento de un impuesto que se aplica al sector. Aplica también a gasoil.
Las principales petroleras que controlan el expendio minorista confirmaron esta mañana aumentos a los precios de surtidor de todos sus combustibles. La petrolera privada con control estatal, YPF, confirmó que aplicó una suba del 7,6% desde las 0 horas de este miércoles 1° de noviembre. Raizen, la empresa que maneja la marca Shell, y Axion, también aplicaron subas similares. Por su parte Trafigura, otra de las grandes que maneja la marca Puma, no confirmó el aumento pero voceros adelantaron que “nosotros seguimos al mercado”, indicando un ajuste inminente de los precios.
Las subas llegan después de una semana de faltantes de nafta y gasoil que generaron demoras, largas colas y la aplicación de cupos en todo el país. Esta mañana, el ministro de Economía y candidato presidencial Sergio Massa anunció además la postergación de un aumento de impuestos que afecta el precio del litro, con la idea de suavizar los aumentos que consiguieron las petroleras.
El inicio del mes llegó con aumentos para los precios que se plantearon como más problemáticos luego de la victoria del oficialismo en las elecciones generales del 22 de octubre. Desde hace 7 días, las estaciones de servicio de todo el país sufren quiebres de stock que, ante el temor de los usuarios por la posibilidad de quedarse sin combustibles, generaron largas filas de automóviles. Los estacioneros, además, en muchos casos aplicaron cupos para distribuir entre distintos consumidores el stock disponible.
Los faltantes se dispararon en un contexto de atraso de precios en surtidor, picos de consumo estacionales -por ejemplo, el agro demanda más combustible diesel en esta parte del año debido a las labores de siembra de maíz y soja-, paradas técnicas de refinerías y dificultades de las empresas para pagar importaciones de combustible ante el celoso control a la salida de dólares comerciales que ejerce el Banco Central en la todavía tensa situaciín cambiaria.
Ante las dificultades de particulares, transportistas y productores rurales para hacerse de nafta y gasoil, el Gobierno y las petroleras activaron desde el domingo un esquema de emergencia que buscó aumentar entre el 10% y el 15% la distribución de nafta y gasoil, en comparación con condiciones normales. También, el Gobierno habilitó el pago inmediato de varios buques tanqueros que esperaban para descargar cerca de los puertos con el objetivo de generar un shock de oferta. La intención fue la de inundar el canal minorista para vencer la urgencia de los automovilistas que, temerosos de quedarse sin carburante, dispararon la demanda en las bocas de expendio y agravaron los faltantes.
Hasta anoche, al menos, las largas filas de automovilistas en las estaciones de servicio todavía eran visibles en distintos puntos del Área Metropolitana de Buenos Aires y otras regiones del país.
En un contexto infacionario caliente, el precio del barril de petróleo en el país se fijó en USD 56 dólares desde agosto hasta fines de octubre. De esa manera, el barril criollo se paga casi USD 40 dólares más barato que el precio Brent, el petróleo del Mar del Norte que es de referencia para Argentina y que superaba este miércoles los 86 dólares.
Tras la habilitación inmediata del giro de divisas para la descarga de cuatro barcos tanqueros y la autorización de seis más para sumar a la brevedad, las petroleras aseguraban ayer que la provisión de nafta y gasoil se está normalizando. Superar la incertidumbre de los conductores, que siguen adelantando la carga de sus tanques de combustible por temor al desabastecimiento, puede tomar más tiempo.
Massa había emplazado a las petroleras para que solucionen la escasez antes de las 12 de la noche de ayer martes. De allí que los principales jugadores del sector se hayan apurado a aplicar un esquema logístico de emergencia.
Este miércoles, con el cambio de mes, las empresas amanecieron con dos beneficios. Uno, la suba de “promedio” del 7,6% a sus precios en los surtidores y, el otro, una postergación del ajuste del Impuesto a los Combustibles Líquidos (ICL) que se aplica sobre las ventas. Así, las estaciones pueden percibir una mejora en los precios que cobran por dos vías distintas.
La sintonía fina del ICL es, desde hace rato, una herramienta del Gobierno para intentar que las petroleras no aumenten los precios y dañen aún más el poder adquisitivo de las familias. Según fuentes del sector, hace ya dos años y un trimestre que el impuesto no experimenta ajustes, pese a la inflación récord.