En este domingo celebramos con alegria el Díaa de la Madre. Recordamos con gratitud y afecto a todas las madres, especialmente a nuestras madres, aquellas que están con nosotros y aquellas que ya han ido al cielo y las confiamos a María, la madre de Jesús.
En la exhortación Amoris Laetitias el Papa Francisco nos recordaba que las madres son el antidoto más fuerte ante la difusión del individualismo egoista. Son ellas quienes testimonian la belleza de la vida.
Sin duda, una sociedad sin madres sería una sociedad inhumana, porque las madres saben testimoniar siempre, incluso en los peores momentos, la ternura, la entrega, la fuerza moral. Las madres transmiten a menudo también el sentido más profundo de la práctica religiosa: en las primeras oraciones, en los primeros gestos de devoción que aprende un niños.
Este fin de semana se lleva adelante el 6to. Congreso Misionero Nacional en San Luis bajo el lema Argentina, con la fuerza del Espiritu, testigos de Cristo. El Papa Francisco envió un videomensaje para esta ocasión en el que dijo la misionariedad es una dimensión del corazon cristiano. Cuando a vos te hautizan te incorporan a la Iglesia, que es misionera que recibió el mandato de Jesús: «vayan evangelicen, prediquen, hagan conocer, bauticen. Una Iglesia en movimiento, Cuando la Iglesia no está en movimiento, se estanca; y no se olviden de que puede pasar lo mismo que con el agua, El agua estancada es la primera que se corrompe. Es decir, una iglesia que no es misionera, es una Iglesia corrompida, que se corrompes porque le falta esa dimensión que le da la misión y que da ese oxigeno espiritual. O somos cristianos catolicos misioneros, o somos enfermos. Que la misionariedad no sea la frutilla de la torta; no, es la forta. Ia misionariedad es esa dimensión que ustedes tienen que ir llevando adelante. No tengan miedo, juéguense y dejen misionar el propio corazón, que Jesús los misione a ustedes
También el Papa, en el mensaje para la jornada mundial de las misiones, manifestaba: «Quiero expresar mi cercanía en Cristo a todos los misioneros y las misioneras del mundo, en particular a aquellos que atraviesan un momento dificil. El Señor resucitado, queridos hermanos y hermanas, está siempre con ustedes y ve su generosidad y sus sacrificios por la misión de evangelización en lugares lejanos. No todos los dias de la vida resplandece el sol, pero acordémonos siempre de las palabras del Señor Jesús a sus amigos antes de la pasión: «En el mundo tendrán que sufrir, pero tengan valor: yo he venido al mundo».
«La urgencia de la acción misionera de la Iglesia supone naturalmente una cooperación misionera cada vez más estrecha de todos sus miembros a todos los niveles. Este es un objetivo esencial en el itinerario sinodal que la Iglesia esta recorriendo con las palabras clave communion, participación y missen. Tal itinerario no es de ningún modo un replegarse de la Iglesia sobre sí misma, ni un proceso de sondeo popular para decidir, como se haría en un parlamento, qué es lo que hay que creer y practicar y qué no, según las preferencias humanas. Es más bien un ponerse en camino, como los discípulos de Emaus. escuchando al Señor resucitado que siempre sale a nuestro encuentro para explicarnos el sentido de la Escrituras y partir para nosotros el l’an, y asi poder llevar adelante, con la fuerza del Espiritu Santo, su misión en el mundo.
Como aquellos dos discípulos «contaron a los otros lo que les había pasado por el camino» (Le 24.35), también nuestro anuncio será una narración alegre de Cristo el Señor, de su vida, de su pasión, muerte y resurrección, de las maravillas que su amor ha realizado en nuestras vidas.
Los envio un saludo cercano y hasta el próximo domingo
Mons. Juan Rubén Martínez