La comunidad de guaraníes Miri Marangatú está ubicada en la zona de las 2000 hectáreas de Puerto Iguazú. Pese a los intensos pedidos de un aula satélite o de una escuela, los niños recorren largas distancias caminando para ir a la escuela. “No hay maestros en la aldea, pero sí hay gente adulta que quiere dar clases y hoy trabajamos al aire libre debajo de los árboles”, sostienen.
Diego González que es capellán e integrante de la Capellanía General de la Nación, trabaja en la comunidad desde hace varios años y explicó: “Vengo de Buenos Aires, y me encontré con una realidad aquí en Iguazú, que es una comunidad de aproximadamente 35 familias donde hay más de 60 niños que están en este momento sin el acceso a la educación, son niños que están en edad de ingresar al jardín o niños que deberían estar en la escuela primaria”.
“Por el momento ellos no tienen acceso a la educación, es por eso que iniciamos la campaña de recolección de útiles escolares, para al menos poder darles algunas cosas básicas en las clases que tenemos debajo de los árboles y sabemos que los chicos y sus familias quieren que ellos aprendan”, dijo el capellán.
Además, los niños para poder asistir a una escuela deben recorrer caminando más de dos kilómetros, entonces González explicó “Los chicos no van a la escuela, porque les queda muy lejos, y ellos no tienen motos, o bicis, toda la movilidad la hacen caminando y esta es una situación bastante lamentable”.
La escuela primaria más cercana se encuentra a dos kilómetros de ida y dos de vuelta. Es decir, los niños deberían caminar 4 km por día, cinco veces a la semana. Jóvenes que están en edad de asistir a la secundaria deberían asistir al BOP Nº 117 que está en la comunidad Yryapú, que también se encuentra a una distancia considerable. El pedido de creación de un aula satélite ya fue presentado hace varios años al Ministerio de educación y dependería de la Escuela Intercultural Bilingüe nº 941.
Además de la escuela, la aldea Miri Marangatú tiene varias necesidades básicas insatisfechas, como por ejemplo el acceso al agua potable, el acceso a la luz eléctrica o a un CAP. De construirse el aula satélite, también debería construirse un baño que garantice las comodidades para la comunidad educativa y para el personal docente designado a esa aula satélite.
González expresó “nosotros hacemos un llamado a la solidaridad y a todas las personas que puedan escuchar en este momento esta entrevista porque necesitamos con urgencia instalar una escuela en ese lugar bilingüe para que ellos puedan acceder a esto tan preciado que es la educación”.
Gonzalez explicó, en el programa “El País de la Libertad” de Radio Up 95.5, que la comunicación con los niños se da de manera bilingüe, ya que no todos hablan en español, “Hay quienes sí y hay quienes no. Tenemos traductores también que son de la misma comunidad, que son jóvenes, que están siempre dispuestos a colaborar, así que si hay alguna palabra o alguna indicación, ellos están también prestos para poder comunicar todo lo que les vamos contando”.
En relación con el acceso a la salud, con respecto a los contagios de dengue, González comentó: “Además de la escuela, tenemos otras necesidades; ellos en su cosmovisión creen en la medicina natural, pero por ejemplo con el dengue, es súper necesario prevenir, es importante que los niños puedan tener acceso a los primeros auxilios. Tenemos preparado un lugar, pero necesitaríamos un enfermero, o un médico o bien alguien que pueda venir a brindar los servicios de manera voluntaria para cuidar la salud de la comunidad”.
Al ser consultado sobre la cotidianidad de la vida de la aldea, el capellán González explicó “estar ahí te moviliza el alma, es algo muy fuerte, porque son argentinos, son nuestros, son los originarios de esta tierra y verlos todavía en el año 2024 que no tengan acceso a una zapatilla o a una educación y ellos quieren, no es que yo vaya a invadirlos o a querer de alguna manera colonizarlos; ellos mismos solicitan y nadie del Estado provincial los escucha. Ellos trabajan y cuidan la tierra; por ejemplo ahora estamos haciendo huertas y con lo que sale de ahí tratamos de comprar algunos insumos, o tratamos de conseguir más semillas para seguir plantando y mejorar la calidad de vida de todos ellos”.
Con respecto al acceso al agua potable, González dijo: “Tienen solamente un tanque que abastece a todas las casitas. Es un solo tanque grande, y después algunas casas tienen luz y en otras faltaría que las conexiones lleguen directamente adonde necesitan. Hoy la comunidad está compuesta por 35 familias.”