El doctor Leonardo Favre, coordinador de Asuntos Científicos de la Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes (CASAFE), abordó los mitos y realidades sobre el uso de fitosanitarios en la producción de alimentos. Favre destacó que, independientemente del sistema de producción, ya sea orgánico o convencional, la inocuidad de los alimentos depende estrictamente de la aplicación de buenas prácticas agrícolas.
En diálogo con el programa “El País de la Libertad” de Radio Up 95.5, Favre explicó “Es un error pensar que los alimentos orgánicos son más saludables que los convencionales. Las diferencias nutricionales de los alimentos están más relacionadas con factores como la ubicación geográfica, las condiciones climáticas y la estacionalidad del cultivo que con el método de producción”, afirmó Favre.
El experto subrayó que tanto la producción orgánica como la convencional tienen normativas específicas sobre el uso de fitosanitarios. En el caso de la agricultura orgánica, se emplean productos de origen natural, mientras que en los cultivos convencionales se pueden utilizar sustancias sintéticas. Sin embargo, en ambos casos, el éxito radica en respetar las buenas prácticas.
Favre explicó que “el uso incorrecto de fitosanitarios, sin importar el sistema, puede comprometer la seguridad alimentaria. Pero cuando se siguen las normativas y se respetan las prácticas adecuadas, los alimentos producidos son igualmente seguros”.
Otro punto de debate frecuente es la supuesta superioridad nutricional de los alimentos orgánicos. Favre citó estudios realizados en Estados Unidos, la Unión Europea y Brasil que concluyen que no existen diferencias significativas en el valor nutricional entre alimentos producidos de manera orgánica y convencional.
“La calidad de sabor y valor nutricional de un alimento está más relacionada con factores como el tipo de suelo, el clima y la temporada en la que se produce. Por ejemplo, un tomate de verano tendrá un sabor óptimo debido a las condiciones climáticas favorables, independientemente de si es orgánico o convencional”, detalló.
“Cuando uno adelanta una producción, muchas veces adelanta los procesos de las plantas, lo que hace que se modifique el rol nutricional, un ejemplo claro es lo que ocurre con los tomates que los queremos consumir durante todo el año, y sin embargo su producción se produce en una sola temporada, entonces en tanto las buenas practicas en la producción van a hacer que el productor se beneficie y brinde productos de mejor calidad”.
Sinergia entre métodos de producción
Favre también abogó por la coexistencia de diferentes sistemas productivos, destacando que la diversidad en el mercado es clave para ofrecer opciones a los consumidores y proteger la biodiversidad. “Ambos sistemas pueden beneficiarse mutuamente. Por ejemplo, el control de plagas en una producción orgánica puede complementar la convencional, y viceversa”, explicó.
Favre concluyó resaltando que la discusión debe alejarse de posturas extremas y enfocarse en la promoción de buenas prácticas agrícolas como el verdadero pilar para garantizar alimentos inocuos y de calidad.
“La clave está en mantener un enfoque informado y responsable sobre el uso de productos en todas las etapas de la cadena productiva”, concluyó.