Argentina se ha transformado en un sube y baja inexplicable, muy alejado de aquél juego que disfrutamos durante la infancia en alguna plaza o en el jardín. Actualmente, día a día los hechos políticos y socioeconómicos no dejan espacio librado al azar.
Porque son ellos mismos quienes por medio de las estadísticas no nos dejan respirar una bocanada de aire fresco para hacerle llegar oxígeno a nuestro cerebro, es que todo el tiempo los números y la economía generan en la población un determinado ánimo. La rareza es que a pesar del paso del tiempo y la intencionalidad propia del gobierno nacional de apelar a instalar comunicativamente y mediáticamente los temas, o hechos que generen una irrefutable positividad en la sociedad argentina y que así los sectores sociales puedan exteriorizarlos en la interacción. Tal vez, un tópico muy recurrente y que se ha vuelto muy común oírlo en boca de todos: la macroeconomía.
Es este último concepto, es uno de los términos quijotescos, esgrimidos como el caballito de batalla para comenzar cualquier discurso político expresado o divulgado por algún soldadito (fanático) mileístas, es decir, todo oficialista libertario debe imponer y jactarse que el oficialismo ha logrado mejorar los índices macroeconómicos del país.
Esto podía aplicarse y funcionarles hace algunas semanas atrás, teniendo en cuenta que desde el mes de abril los datos difundidos por la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), señalan que la recaudación de impuestos ha caído un 12 por ciento, número íntimamente ligado al desplome sufrido en la actividad económica.
Los únicos tributos que lograron crecer a valores de dos dígitos en abril fueron el impuesto PAIS y las retenciones (61,8%, según el Instituto Argentinos de Análisis Fiscales (Iaraf). Aunque desde dicho instituto aseguraron que durante Mayo hubo récord de coparticipación a provincias marcando un máximo histórico en términos reales.
De esta manera podría decirse que la bocanada de aire, siempre hablando en términos de macroeconomía llegó, y a esto habría que sumarle aquellos datos y proyecciones de consultoras privadas que estiman que el dato de inflación de mayo volverá a marcar un descenso, al menos es lo que surge de las mediciones y proyecciones privadas que arrojaron para mayo un resultado homogéneo y hacen prever que el próximo jueves 13 de junio el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos podría confirmar un nivel de inflación de casi la mitad de lo que se dio en abril pasado, cuando se ubicó en 8,8% por ciento y casi la tercera parte de la que heredó el Gobierno 12,8% en noviembre del 2023.
Adhiriendo también que el dólar libre, se ha estabilizado entre los 1.200 y 1.300 pesos por cada billete estadounidense, debemos manifestar, que si bien a pesar de que el presidente Javier Milei recién comienza a transitar el segundo semestre de su mandato presidencial, los argentinos siguen abrazados a un sentimiento: inflación en caída libre. Es este último logro, el que provocado disimular los errores no forzados que viene cometiendo parte del gabinete presidencial de manera ingenua. Sin ir más lejos, lo sucedido con la ministra de Capital Humano, Sandra Petovello, y la polémica por la no distribución de alimentos que se encontraban hacen varios meses “durmiendo” en galpones sin llegar a los comedores, escuelas para llenar los platos y panzas de miles de niños argentinos, todo esto en un contexto donde se oye de forma persistente en las calles de todo el país, y tan fuerte como campana de iglesia en pleno domingo: “que el pueblo tiene y está pasando hambre”.