Este 10 de enero, Día del Trabajador del Transporte de Pasajeros, Fernando Báez disfruta de su día libre coincidiendo con el cumpleaños de su madre. Con 27 años al volante de colectivos de la empresa Don Casimiro, ahora Casimiro Zbikowski, reflexiona sobre su trayectoria y los desafíos del oficio.
“Empecé en 1998, apenas cumplí 24 años. En todos estos años he vivido anécdotas de todo tipo: lindas, feas, de esas que son matices negros, blancos y grises”, compartió Báez en diálogo con “La Mañana Informativa” de Radio Up 95.5.
A sus 52 años, aseguró que su profesión va más allá de simplemente manejar un vehículo: “Somos conductores, no choferes. Lo primero que aprendemos es que tenemos en nuestras manos un arma. Manejamos vidas, no solo máquinas”.
Capacitación constante para un servicio seguro
Fernando detalló que los conductores pasan por procesos formativos exigentes. “Tenemos cursos de RCP, atención a personas con discapacidad y hasta de comunicación en lenguaje de señas. La empresa tiene una escuela de conductores y dos meses de capacitación obligatoria antes de empezar a trabajar”, explica.
En su experiencia, esto redujo significativamente la cantidad de accidentes: “Gracias a Dios, hemos bajado mucho la densidad de accidentes. Hoy día, cuando sube un pasajero, sabe que está viajando con alguien preparado”.
Reclamos y desafíos en la profesión
A pesar de los avances en seguridad y profesionalización, Báez señaló la falta de ciertas regulaciones clave, como el permiso para consumir refrigerios durante largas jornadas: “estuve en lugares como Ushuaia, donde regalan hierbas para que tomes mate, pero acá eso está prohibido. Incluso a mi hermana la multaron por llevar un termo mientras conducía. Deberíamos poder mantener nuestras costumbres, como tomar mate”.
Además, destaca la importancia de la relación con los pasajeros: “El pasajero es nuestra entrada, hay que valorarlo. Me pasó de reconocer a usuarios frecuentes y esperarlos en el semáforo. Eso genera confianza, porque ellos saben que dejan su vida en nuestras manos”.
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Entre lo tradicional y lo moderno
El trabajo de conductor también evolucionó. Atrás quedaron las épocas de colectivos decorados con peluches y música personal: “Hoy, esas cosas no están permitidas porque se consideran distracciones. La empresa y las regulaciones cambiaron mucho”.
Sin embargo, Báez lamentó algunos aspectos de este cambio: “Antes, cuando jugaba la selección, incluso transmitíamos los partidos en pantallas dentro del colectivo. Era algo lindo para los pasajeros. Hoy día, la prioridad es la seguridad”.
Para Fernando, ser conductor es mucho más que un trabajo. Es un oficio lleno de aprendizajes, historias y sacrificios. “A veces, uno sabe quién sube con problemas, quién no tiene para el pasaje o quién viene con un billete grande que puede generar riesgos. La experiencia te enseña a lidiar con todo eso”.