Alguna vez, en un discurso pronunciado por Simón Bolívar frente al Congreso de Venezuela, dijo: “La continuación de la autoridad en un mismo individuo frecuentemente ha sido el término de los Gobiernos Democráticos. Las repetidas elecciones son esenciales en los sistemas populares, porque nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo en un mismo Ciudadano el Poder. El Pueblo se acostumbra a obedecerle, y él se acostumbra a mandarlo (…)».
No hay mejor frase para iniciar esta columna. Porque, como he recalcado en otras oportunidades, el sistema democrático a menudo presenta falencias que, en pos de la elección de muchos, terminan perjudicando a todos.
Argentina ha caído en el trance de preguntarse si el sistema democrático que tenemos es realmente el mejor, cuando quizás deberíamos reflexionar si somos los mejores electores para ese sistema. Como resultado, algunos distritos sucumbieron a la tentación de adoptar una variante del voto directo: el voto acumulativo, conocido aquí como “Ley de Lemas”.
Santa Cruz, San Luis, Formosa, San Juan, Tucumán y Misiones son las provincias que eligieron este sistema para sus elecciones. En Santa Cruz, esta cruel trampa estuvo vigente desde 1988, hasta que, después de 20 años, lograron quitarle la provincia a la familia Kirchner. En junio de este año, el gobernador Claudio Vidal celebró la eliminación de la Ley de Lemas.
San Luis también logró deshacerse del yugo electoral que sostenía el reinado de los Rodríguez Saá. En diciembre pasado, Claudio Poggi, del frente Avanzar San Luis, asumió la gobernación y rápidamente impulsó cambios significativos. Liderado por el Dr. José Giraudo, su equipo trabajó de manera articulada con intendentes, concejales y otros actores políticos para modificar el régimen electoral. Finalmente, a fines del mes pasado, San Luis no solo eliminó la Ley de Lemas, sino que también implementó la Boleta Única Papel.
¿Solo los oficialismos logran estos cambios? No necesariamente. Incluso en provincias con gobiernos feudales, donde las vías democráticas parecen agotadas, también han comenzado a surgir movimientos de resistencia. Formosa es un ejemplo claro del desvirtuamiento de la democracia. La semana pasada, la Corte Suprema de Justicia de la Nación puso freno a Gildo Insfrán, declarando inconstitucionales las reelecciones indefinidas y ordenando una reforma constitucional que respete el sistema republicano. Este fallo representa un golpe al modelo populista que ha gobernado la provincia durante ocho períodos consecutivos.
¿Y por casa, cómo estamos?
El gobierno de la Renovación tiene una deuda pendiente en materia electoral. Desde hace más de 25 años, el Frente Renovador domina no solo la gobernación, sino también la mayoría de las intendencias y concejos deliberantes. Esto es posible gracias a candidatos testimoniales que solo sirven para inflar el recuento final, asegurando mayorías cómodas en los cuerpos legislativos.
Aunque se han presentado proyectos de reforma electoral, como la eliminación de la Ley de Lemas, la implementación de Boleta Única Papel o el Voto Electrónico, puertas adentro parecen aferrarse al aforismo: “equipo ganador no se toca”, o mejor dicho, “sistema electoral que funciona no se cambia”.
Si bien Misiones no es un feudo en sentido estricto, queda claro que la provincia opera bajo un unipartidismo disfrazado. Un sistema donde un líder todopoderoso decide el futuro de todos, un partido que simula democracia y una oposición que, por beneficios menores, actúa como mera comparsa electoral. Esta farsa electoral sostiene una estructura de poder que solo busca perpetuarse, alejándonos cada vez más de los principios republicanos.
La deuda pendiente en Misiones no solo es una afrenta a la democracia, sino también un reflejo de la comodidad del poder. Mientras el Frente Renovador siga aferrado a un sistema que perpetúa su dominio, los misioneros quedarán atrapados en una democracia de cartón. Urge una verdadera reforma electoral que elimine la Ley de Lemas y adopte mecanismos como la Boleta Única Papel, capaces de devolverle al pueblo la capacidad de elegir de manera transparente y justa. Sin estos cambios, seguiremos siendo cómplices de una democracia que solo simula serlo.
Bryan Villalba…