El tratado de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea despertó intensos debates en ambos bloques. Natalia Carrau, politóloga y miembro de la organización Redes-Amigos de la Tierra, analizó sus impactos económicos, sociales y ambientales, cuestionando sus beneficios para la región del Mercosur.
En diálogo con “El País de la Libertad” de Radio Up 95.5, Carrau no dudó en calificar el acuerdo como perjudicial para los países del Mercosur. “El acuerdo Mercosur-UE es asimétrico para una región y otra. El tratado promueve un modelo productivo exportador de materia prima que tendería a reprimarizar las economías regionales”.
Según ella, este modelo pone en riesgo los avances hacia la industrialización: “Podemos un poco poner en riesgo esos procesos de industrialización incipiente con todos los problemas que tuvieron”.
Además, Carrau destacó las consecuencias sociales del modelo exportador que prioriza el agronegocio: “La carga social se recarga en la población más vulnerable, y quienes mayormente cargan con ese impacto ambiental son los sectores más vulnerables”.
El impacto ambiental de un modelo extractivista
Por otro lado, Carrau subrayó que el tratado no solo perpetúa un modelo económico desigual, sino también uno ambientalmente insostenible. “Lo que hace el Tratado de Libre Comercio es beneficiar la matriz productiva exportadora basada en carne, soja, forestación y celulosa. Son productos extractivos, concentradores de la tierra y controlados por capital transnacional”.
“Este modelo está también en la base de la contaminación de agua, de los territorios y de la pérdida de biodiversidad. No lo dice una organización social como Redes o Amigos de la Tierra, sino la evidencia científica que relaciona la agricultura industrial y los monocultivos con los ecosistemas”, enfatizó Carrau.
“Si lo que va a fomentar este acuerdo es la matriz productiva dominante, nunca vamos a cambiar el modelo productivo ni en términos ambientales ni de justicia social. Lo que va a hacer es profundizar ese modelo, no modificarlo”.
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Resistencias dentro y fuera del Mercosur
La politóloga también mencionó que las críticas no solo provienen de los movimientos sociales: “Hay resistencias que vienen por el lado europeo, pero también las hay en el Mercosur. Las preocupaciones tienen que ver con el margen de maniobra que tienen los estados para implementar políticas públicas activas”.
A su vez, Carrau señaló que los términos del tratado dificultan el desarrollo de políticas industriales en la región: “Las cláusulas que contiene previenen que los estados puedan hacer estas cosas. Están basadas en los intereses de los países centrales”.
El doble estándar ambiental de la Unión Europea
Un punto que Carrau no dejó pasar es lo que llamó “el doble rasero” de la Unión Europea en materia ambiental: “De ninguna manera tenemos estándares ambientales menores que un bloque como la Unión Europea. Eso no puede ser utilizado para empujar de manera agresiva un acuerdo absolutamente asimétrico e injusto para los países del Mercosur”.
Por otra parte, recordó cómo la UE subvencionó su política agrícola común para alcanzar la soberanía alimentaria tras la Segunda Guerra Mundial: “La política agrícola común permitió a los países europeos producir los alimentos necesarios para su población. Pero cuando los excedentes se exportan con subsidios, se crea una competencia desleal”.
Un tratado que debe ser leído a fondo
Aunque el tratado fue renegociado desde 2019, Carrau insistió en la necesidad de un análisis riguroso. “Los textos que fueron publicados son los que tenemos que leer para responder si esto tiene un riesgo o no, o cuáles son los desafíos que presenta”.
Finalmente, concluyó con un llamado a la reflexión sobre el modelo de desarrollo que se está consolidando: “La pregunta que hoy nos tenemos que hacer es: ¿Cuáles son los márgenes de maniobra con los que se quedan los estados para poder modificarlo? Esa es la discusión que debemos dar”.