En la solemnidad de la Inmaculada Concepción de María y segundo domingo de Adviento, el Papa Francisco invitó a “imitar a María, porque en ella lo humano y lo divino se encuentran”.
En su alocución previa a la oración mariana del ángelus de este II Domingo de Adviento, solemnidad de la Inmaculada Concepción de María, el Papa Francisco recordó que “mientras se acerca la apertura de la Puerta Santa del Jubileo, abramos las puertas del corazón y de la mente al Señor; Él nació de María Inmaculada e imploremos la intercesión de María”.
“Es una escena que suscita la mayor maravilla y emoción porque Dios, el altísimo, el omnipotente, por medio del Ángel dialoga con una joven de Nazaret, pidiéndole que colabore en su plan de salvación”, subrayó.
Lo humano y lo divino se encuentran en María
El obispo de Roma señaló que “como en la escena de la creación de Adán pintado por Miguel Ángel en la capilla Sixtina, donde el dedo del Padre celestial roza el dedo del hombre; así también aquí, lo humano y lo divino se encuentran, al inicio de nuestra redención, en el instante bendito en el que la Virgen María pronuncia su sí”.
“Una mujer de un pequeño pueblo de periferia es llamada para siempre al centro de la historia: de su respuesta depende el destino de la humanidad, que puede volver a sonreír y a esperar, porque su destino ha sido puesto en buenas manos”, continuó.
Por lo tanto, indicó el Pontífice, la Virgen María es la “llena de gracia, la inmaculada, enteramente al servicio de la Palabra de Dios, siempre con el Señor, al que se encomienda completamente. En ella no hay nada que ofrezca resistencia a su voluntad, nada que se oponga a la verdad y a la caridad. He aquí su bienaventuranza, que cantarán todas las generaciones. Alegrémonos también nosotros, porque la Inmaculada nos ha dado a Jesús, nuestra salvación”, dijo.
En otro de los pasajes de su alocución, Francisco invitó a “hacernos las siguientes preguntas que nos ayudarán a profundizar en este misterio, a pesar de los tiempos actuales, agitados por guerras y concentrados en el esfuerzo de poseer y dominar. ¿Dónde pongo mi esperanza? ¿En la fuerza, en el dinero, en los amigos poderosos, o en la misericordia infinita de Dios? Y frente a los falsos modelos relucientes que circulan en los medios y en internet, ¿dónde busco mi felicidad? ¿Dónde está el tesoro de mi corazón? ¿Está en el hecho de que Dios me ama gratuitamente, que su amor siempre me precede y está listo para perdonarme cuando regreso arrepentido a Él? ¿O me engaño tratando de afirmar a toda costa mi yo y mi voluntad?”, reflexionó.
Finalmente, animó a que, a la espera de la apertura de la Puerta Santa del Jubileo, “abramos las puertas del corazón y de la mente al Señor Jesús, nacido de María Inmaculada, e imploremos la intercesión de la Madre para que Él venga a habitar en nuestra vida”.
(Fuente: AICA.org)