Joaquín González, analista internacional, ofreció su perspectiva sobre los conflictos en Medio Oriente y los retos políticos en América Latina, desde la fragilidad del cese al fuego entre Israel y Hezbollah hasta los desafíos estructurales en Uruguay.
“Yo creo que por lo único que se puede interpretar es como un respiro. Una situación que es muy probable que siga escalando”, señaló González en diálogo con “La Última Rosca” de Radio Up 95.5 al abordar el reciente cese al fuego entre Israel y Hezbollah.
Además, destacó la importancia de cualquier pausa en la violencia, independientemente de sus motivaciones, ya que esto permite atender la dimensión humana del conflicto. “Son por lo menos tres mil libaneses muertos, miles que regresan a hogares destruidos. Lo mismo pasa con los israelíes en la zona norte, forzados a desplazarse hacia el sur. Ahora vuelven a pueblos y ciudades fantasmas”.
En tanto, el analista subrayó las diferencias en los contextos de Hezbollah y Hamas. Según él, Israel accedió a este cese al fuego porque “Hezbollah está totalmente diezmado” y porque “atacar a Hezbollah es también dañar a Irán, el objetivo principal”. Sin embargo, en Gaza, la situación es más compleja debido a factores como los rehenes y las motivaciones de venganza.
“La madre de todos los conflictos sigue siendo la situación israelí-palestina”, sentenció, dejando claro que los ciclos de violencia no cesarán mientras ese problema de fondo permanezca sin resolver.
La ausencia de mediadores árabes
Uno de los puntos más sorprendentes del análisis fue la ausencia de mediadores árabes en las conversaciones de paz. “Egipto siempre fue un actor estratégico, no solo por su interés en estabilizar su frontera noreste, sino porque históricamente ha sido clave en las negociaciones. Hoy está ausente. Lo mismo ocurre con los estados del Golfo Pérsico, que han decidido no participar al considerar que no hay voluntad real de las partes para llegar a un acuerdo”.
Además, destacó el debilitamiento de los mecanismos de la ONU: “Los trabajadores humanitarios, al igual que los periodistas, han pagado un precio muy alto. Han muerto muchos en Gaza y Líbano, y esta realidad pasa desapercibida”.
Más allá de los conflictos externos, González se mostró preocupado por lo que describió como un cambio interno en Israel. “Durante años se consideró a Israel como la única democracia en Medio Oriente. Sin embargo, eso parece estar cambiando. Lo más grave que ha ocurrido es que el medio de comunicación de mayor tirada en Israel fue sancionado por el gobierno tras criticar sus acciones. Eso es un golpe directo a la libertad de prensa”.
También mencionó las tensiones internas del primer ministro Benjamin Netanyahu. “Tiene un juicio político en proceso y enfrenta una complicada situación interna. La guerra le ha dado el espaldarazo de la población, pero su posición no deja de ser frágil”.
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Uruguay: ¿el oasis político de América Latina?
En contraste con Medio Oriente, González reflexionó sobre la reciente elección en Uruguay, que devolvió al Frente Amplio al poder con Yamandú Orsi.
“Uruguay goza de estabilidad y transiciones pacíficas que admiramos en otros países. Pero también tiene grandes desafíos. La juventud está apática y desilusionada. Un 45-50% de la población carcelaria son menores de 30 años, y uno de cada cinco jóvenes sufre desnutrición. Esto, combinado con el desempleo juvenil, desmitifica la idea de un oasis político”.
Cuando se le preguntó si Uruguay podría experimentar fenómenos políticos disruptivos como en Argentina, respondió: “Mientras más se subestimen estos fenómenos, más posibilidades hay de que sucedan. Lo vimos con Milei. En junio de 2023 decíamos que no tenía aparato político ni apoyo suficiente. Hoy es presidente. Subestimar estas dinámicas es un error grave”.
El riesgo de la “peruanización” de la región
Finalmente, González reflexionó sobre los riesgos de inestabilidad en las democracias latinoamericanas:
“Muchos han hablado de una ‘peruanización’, no peronización, de Argentina. Esto se refiere a ciclos políticos inestables, donde los presidentes pueden tener altas aprobaciones que desaparecen rápidamente, y los congresos, que deberían ser contrapesos efectivos, pierden la confianza ciudadana”.
Con un tono crítico pero esperanzador, González concluyó: “El mundo es compulsivo y cambiante. Las respuestas no son fáciles, pero debemos evitar la complacencia y el subestimar las dinámicas que nos rodean. Solo así podremos enfrentar los desafíos del presente y del futuro”.